INSTITUTO DE INDOLOGÍA

 

 

DISCURSO DEL DR. RAFAEL IRUZUBIETA EN EL ACTO DE HOMENAJE AL PROFESOR D. ANTONIO BINIMELIS SAGRERA, CELEBRADO EL 16 DE FEBRERO DE 2015 EN LA UNIVERSIDAD NEHRU DE NUEVA DELHI

 

         Excmo. Sr. Prasanjit Sen, Rector de la Universidad Nehru; Excmo. Sr. Jorge Ro

 

 

za de Oliveira, Embajador de Portugal en Nueva Delhi; Excmo. Sr. Aslam Islahi, Decano de la Facultad de Lenguas de la Universidad Nehru; Dña. Inocencia Mata, Profesora de la Universidad de Lisboa; y Sr. representante de la Embajada de España en Nueva Delhi; representantes de las Embajadas Iberoamericanas; Profesores del Centro de Estudios de Español de la Facultad de Lenguas de la Universidad Nehru; demás autoridades y profesores, alumnos, señoras y señores.

         Me permito iniciar estas palabras, en el memorial de mi llorado amigo Antonio Binimelis Sagrera, rindiendo homenaje a la democracia de la india, que en el pasado año celebró unas elecciones memorables y acreditó, una vez más, el buen funcionamiento de la democracia más grande del mundo, que celebra con orgullo cada 26 de enero (día de la República) la entrada en vigor de su Constitución el 26 de enero de 1950.

          Puesto que estamos hoy ante una celebración de la lengua española, cuyo gran impulsor en la India fue el profesor Binimelis, bueno es recordar a los alumnos de nuestro Centro de español el gran porvenir profesional que les ofrece el conocimiento de nuestra lengua. Esta faceta de la utilidad profesional del idioma español es, desde luego, la más prosaica, pero su colación es oportuna para resaltar que el «primum vivere» de los alumnos queda asegurado con su titulación en español.

         El conjunto de los casi 550 millones de hablantes de español (en torno al 7% de la población mundial) tiene una capacidad de compra, a tenor de las rentas medias per capita, que representa algo más del 9% del producto interior bruto mundial, todo un estímulo para las industrias culturales de productos en español, comenzando por las que atienden demandas de los hispanos en Estados Unidos, dado que la renta per capita de ese colectivo duplica el promedio de América Latina, aun siendo éste de gran importancia.

         Considerando los respectivos contenidos o coeficientes de lengua que cabe calcular en una u otras actividades productivas, el idioma español aporta aproximadamente el 16% del valor del producto interior bruto y del empleo en España y porcentajes similares en las economías mayores de la América Hispana. Las industrias culturales (edición, audiovisual y música, principalmente) suponen algo más del 3% del PIB de tales economías.

          Además del impulso del español en la India fomentado por el Instituto Cervantes y por nuestra Embajada, están asimismo muy comprometidas en esta empresa las Embajadas Hispanoamericanas acreditadas en Delhi. Esa divulgación del español, unida a la cada día más importante relación comercial entre España y los países hispanoamericanos con la India, hace que el español cobre cada día más importancia en este país.

         En el orden académico, hay que destacar que en octubre de 2014 se publicó por la Real Academia Española la vigésimo tercera edición del Diccionario de la Lengua Española, después de haber celebrado en el curso académico 2013-2014 el tercer centenario de su fundación en el año 1713. El interés divulgativo de la lengua que ofrece el diccionario se complementa con la meritoria labor desarrollada por la Asociación de Academias de la Lengua Española, integradas por las Academias de los países hispanoamericanos y por la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

         El lema de la Academia Española de la Lengua («limpia, fija y da esplendor»), aunque quizás exagerado en su vocación de única autoridad sobre esta lengua, mantiene vivo el nexo entre todas las Academias de la Lengua Española integradas en la referida Asociación. Hablar un mismo idioma no equivale a utilizar las mismas palabras para todo. Los españoles oímos y leemos con agrado muchas expresiones de América Latina, porque se hunden en lo más profundo de nosotros mismos y se nos muestran como soluciones lógicas, aunque distintas, para nuestras propias ideas.

         Decía Gabriel García Márquez que «la Real Academia es el mausoleo donde finalmente yacen las palabras», mostrando así su rebeldía hacia el carácter normativo de la lengua española que supone la codificación de las palabras en el diccionario de la Academia. Se ha dicho que el diccionario no juzga la historia, sólo la refleja. El hecho de que no gusten algunas definiciones no autoriza a condenarlas al destierro, aunque, con Fernando Lázaro Carreter (director que fue de la Academia), comparto la idea de que «una lengua que nunca cambiara sólo podría hablarse en un cementerio». La generación del 98 (Unamuno, Valle-Inclán, Baroja...) ha sido considerada una gran creadora de palabras. Muchas de ellas han accedido al diccionario y otras siguen sólo en sus libros, pero, en todo caso, despiertan el interés cuando alguien las lee y descubre lo que sus autores quisieron decir al usarlas.

         Voy a ponerles un curioso ejemplo de la polémica que ha desatado en España la acepción coloquial en el diccionario de la Academia de la palabra gitano, como aquel «que estafa u obra con engaño». Sabido es que la palabra gitano viene de egiptano, porque se creyó que los gitanos procedían de Egipto, pero la primera acepción del diccionario refiere que gitano «se dice de los individuos de un pueblo originario de la India, extendido por diversos países», con lo que la posible ofensa de esa acepción coloquial alcanzaría también al pueblo gitano de la India.

         Esa acepción coloquial figuraba tal cual en la anterior edición del diccionario, pero la polémica se ha abierto ahora porque las asociaciones gitanas han protestado y los académicos han respondido diciendo que todavía se utiliza la palabra con ese significado y se amparan, como dice el preámbulo del Diccionario, en que «la Corporación procura aquilatar al máximo las definiciones para que no resulten gratuitamente sesgadas u ofensivas, pero no siempre puede atender a algunas propuestas de supresión cuando las acepciones implicadas siguen estando vigentes en la comunidad social».

         Me inclino por lo normativo y pienso que el olvido de las reglas de la gramática, de la historia del idioma y de la información de las palabras atenta contra la unidad del idioma español y de ello no pueden derivarse beneficios para los hispanohablantes. Contemplo con pesar cómo, incluso en España, ese principio normativo se pone frecuentemente en tela de juicio. Es más, el propio idioma español se menoscaba con el pretexto de lo que se ha dado en llamar «normalización lingüística», bajo lo que se oculta un soterrado desprecio o, cuando menos, una inaceptable posposición de la lengua española.

         Exhorto, pues, a los estudiantes de español de nuestro Centro a que aborden el aprendizaje de este idioma desde la perspectiva académica, lo que, por otro lado, está en consonancia con la docencia que reciben de sus ilustres profesores.

         Rendir homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra es rendir homenaje a la lengua española. En estos momentos andamos ocupados en España en la búsqueda de los restos de Cervantes, bajo el aliento del historiador Fernando de Prado, que hace cuatro años inició las pesquisas para confirmar si de verdad Miguel de Cervantes está enterrado en el Convento de las monjas Trinitarias de la calle Lope de Vega, de Madrid, como decía su certificado de defunción. El 23 de abril de 1616 una comitiva llevó el cadáver de Cervantes desde su vivienda en la calle León, de Madrid, hasta la cercana calle de Cantarranas —hoy Lope de Vega— donde se hallaba, y allí continúa, el referido Convento de las Trinitarias. El acta de defunción encontrada en el siglo xviii en un archivo de Madrid decía bien claro que «Miguel de Zerbantes [con zeta y be] mandóse enterrar en las Trinitarias».

         Los arqueólogos y antropólogos que están buscando los restos de Cervantes en la iglesia de las Trinitarias han abierto nichos, hasta ahora sin éxito, y si no hallan los restos en la zona de enterramientos tendrán que ir a la nave central de la iglesia. La tarea de búsqueda pasaría por levantar la tarima y perforar el suelo de adobe, «con la ilusión de encontrar un féretro sin abrir con los restos de Cervantes» (en palabras del historiador Fernando de Prado).

         En tiempos de crisis, como los que vivimos en España, este trabajo, que supone gastos no desdeñables, está levantando algunas críticas. No me sumo a ellas, porque la búsqueda entraña el simbolismo del encuentro con nuestra historia y con nuestra lengua y eso, aunque no devengue intereses, va en provecho de la cultura española y supone un homenaje a nuestra lengua y a su escritor más conspicuo.

          Y termino con mi agradecimiento a mi lector, el profesor Anil Dhingra, y mi felicitación a los alumnos Nilesh (primer premio) y Alshay Kumar (segundo premio), ganadores de los premios de este año que llevan mi nombre y el de mi esposa, respectivamente. Espero conocerles pronto y les ofrezco desde hoy mi amistad y mi colaboración en todo cuanto precisen.

Muchas gracias.

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