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EL HINDUISMO
Lavanya Prasad
Antes de empezar, quiero aclarar que las personas de la India nos consideramos indios en general y que, cuando me refiero a los hindúes, estoy hablando exclusivamente de un determinado grupo de personas que pertenecen al hinduismo como religión.
Resulta un poco amedrentador para un hindú hablar del hinduismo: es más fácil ser simplemente hindú, ya que lo único que se necesita es nacer en una familia hindú, que determinar lo que es o lo que significa.
Para empezar, no hay un solo dios en el hinduismo. Con todo, sí hay un Ser Supremo, un Espíritu Supremo, que trasciende a todos los dioses y mortales. No hay un libro único; hay muchos libros, todos los cuales se consideran muy sagrados. No hay un principio o mandamiento fundamental, o mesías o profeta que predique la verdad, y no hay oraciones ni preceptivas comunes. En el hinduismo no es muy fácil rebelarse contra una creencia establecida, porque incluso la rebelión se entrega, y se convierte en parte del mismo hinduismo. La asistencia a los templos o lugares de culto no es esencial ni requerida, y sin embargo, la clase sacerdotal en la India dominó todos los aspectos del pensamiento y conducta durante más de dos mil años. Si un concepto se repite en el hinduismo es quizá el de la reencarnación. Pero con todo y por otra parte, el hindú devoto puede decir que no cree en la reencarnación, y continuar siendo un buen hindú sin temor al castigo.
Aunque los orígenes del hinduismo se han perdido en el tiempo, la mayoría de los historiadores han coincidido en que fue introducido por los arios que entraron en la India alrededor del 1500 a. de C. Los arios parecen haber llegado en varias oleadas a lo largo de los siglos. La primera de ellas tuvo probablemente lazos raciales y culturales comunes con los arios, celtas, germanos, griegos, eslavos y romanos de Europa así como con los arios e iranios de Asia Occidental.
El proceso asimilativo de los indios ya estaba en funcionamiento hace cuati mil años, y el intercambio de culturas entre los arios y las tribus y gentes jaspeada de la India dieron, como resultado, una de las mezclas más ricas que jamás ha conocido el mundo. Lentamente, los dioses arios adoptaron nombres, características idiosincrasias indios y simultáneamente fueron experimentando el proceso de lo que sólo puede describirse como la arianización de divinidades, héroes y jefes indígena A pesar del hecho de que durante muchos siglos ellos habían estado en contacto con las culturas civilizadas del Asia Occidental, los arios eran todavía tribus semi-nómadas cuando entraron en la India por primera vez. Sin embargo, de lo que carecían en cultura material, parecen haberlo compensado con vigor, adaptabilidad e imaginación, con los cuales ellos construyeron una cultura hindú sintética con los diferentes elementos culturales de la India. Incluso más que los dioses que trajeron con ellos, los arios, cuando llegaron a la India, parecen haberse quedado deslumbrados por su nuevo hogar, y de ahí resultaron proezas de poesía y filosofía, y desarrollaron un temperamento profundamente espiritual e introspectivo, del cual nos han dejado muestras tentadoras en su temprana literatura ritual, los Vedas y las Upanishads.
Esencia filosófica del hinduismo
Los hindúes trazan la procedencia original de su vida cultural hacia los Vedas, los himnos sagrados de los arios en versos de rimas variadas, los cuales mantienen que son verdades divinas reveladas de vez en cuando a los rishis o los videntes en sus estados de conciencia mística elevada. Su religión filosófica, prácticas rituales, conducta cívica e incluso relaciones sociales son guiadas por ciertos códigos que se conocen como smrítis, todos basados en la sanción sagrada de la autoridad védica.
Las escrituras védicas, ampliamente hablando, comprenden cuatro grandes trabajos, de los cuales el Rig Veda, supuestamente el texto religioso más antiguo todavía considerado sagrado, y que fue posiblemente compuesto entre el 1500 y el 900 a. de C., es el más importante. Las famosas Upanishads, también llamadas shrutis, que significa armonía, son en su esencia, comentarios sobre los Vedas. Quizás esto se debe también a la práctica de aprenderse los versos de memoria por escucharlos recitados, ya que nunca fueron escritos, sino pasados oralmente de generación en generación.
Si cada civilización buscaba la propia expresión de modo diferente, los griegos, por ejemplo, en el arte, los romanos en el gobierno militar y los hindúes en la filosofía, esto no significa que los hindúes no fueran pragmáticos. De hecho, el hinduismo habla de la necesidad de artha y káma en igual medida que dharma o moksha. Artha es riqueza; káma, placer; dharma es honradez y la finalidad de todo es liberación o moksha. La idea de esa última, contrariamente a lo que mucha gente cree, no es negar ni el artha ni el káma, sino relegarlos a su valor real en la vida del hombre. Tan sólo cuando un hombre se da cuenta de que todo el placer o riqueza es maya, o una ilusión, es cuando se encuentra en el camino para alcanzar la verdadera libertad.
Los himnos del Rig Veda y sus comentarios muestran que los dioses y las diosas se consideraban fuerzas espirituales definidas con forma y funciones específicas en el esquema de la naturaleza. A medida que pasó el tiempo, la creencia en las formas corpóreas disminuyó en importancia, hasta el punto de que incluso algunos expresaron sus dudas sobre la existencia de los dioses. Otras alcanzaron alturas de entendimiento místico, adivinando la unidad de la esencia del Ser Espiritual tras el Universo entero, lo cual unos concebían como un todo orgánico. Otros sintetizaban la sociedad humana en un Ser al que llamaban purusha.
En la literatura védica se hace evidente que los antiguos sabios o rishis intentaban revelar los misterios del universo a través de diferentes métodos de análisis, entendiéndolo primero como lo trascendental del principio personal tras el universo, y más tarde, como un Ser Cósmico (paramapurusha), y el universo entero como su cuerpo.
Gradualmente, hace alrededor de dos mil años, se desarrolló una clasificación teórica de las diferentes escuelas de pensamientos consideradas ortodoxas, y las “Seis doctrinas” de diferente origen y propósito, conformaron una característica regular del hinduismo. La más conocida es el yoga. La más importante de las seis doctrinas es el vedánta, el final de los Vedas, que ha producido las características del hinduismo moderno intelectual. Los filósofos modernos y profesores como Vivekananda, Aurobindo Ghose, Radhakrishnan y otros son todos vedantistas. Las doctrinas de los vedantistas se basan en las Upanishads y dan forma lógica y organizada a muchas especulaciones místicas.
La interpretación del vedánta también ha cambiado a lo largo de los siglos. Hay dos escuelas principales de vedánta. El advaita vedánta mantiene que no hay división entre fuerza cósmica, dios e individuo mismo o átman (al cual también se hace referencia como el alma). El hecho de que parezca que vemos individuos diferentes y separados es el resultado de la ignorancia, a la que se le llama maya, a veces traducido como ilusión. Shankarácharya es el filósofo advaita más conocido. En el dvaita vedánta, la otra escuela, Madhava, el filósofo del siglo catorce, creyó que Brahmán, el ser y el mundo son completamente distintos y que la adoración o culto del dios es la clave para conseguir la liberación.
La doctrina del karma, que fue también parte del hinduismo y aceptada en todo por el budismo y el jainismo dos mil años después, es el fruto de acciones acumuladas en las vidas anteriores. Esto no equivale a fatalismo, puesto que un hombre es responsable de sus acciones. Por el contrario a lo que puede esperarse, los hindúes no creen en la no acción como vía de salvación. El hombre debe actuar, el secreto es no actuar en vista a los resultados, sino de acuerdo con las leyes de la honradez y la obligación, o dharma. La ley de karma es inexorable, pero hasta cierto punto podemos controlar y manipular el karma para nuestro propio beneficio. El alma tiene que pasar por muchos niveles para purificarse de su karma previo, y es posible sólo al asumir vidas diferentes.
Samsára, o el paso continuo de cuerpo a cuerpo es interminable, y hinduismo heredó una especie de anhelo por liberarse del ciclo de la vida, a la que se llama moksha o mukti. A moksha los budistas lo llaman nirvana, un concepto quizá más familiar para el público en general.
El impacto social del hinduismo
Las fuerzas de la naturaleza produjeron un efecto perdurable en los arios y los primeros poetas vieron en ellas las diferentes caras de dios. Mitra (afín con Mithras de las mitologías griega, romana e iraní), era el Sol; Varuna (el griego Urano y el Ahura Mazda de los persas), el dios de la noche o el cielo azul; Dyu y Prithví, del Cielo y de la Tierra. Los griegos conocían a Dyu como Zeus. Agni personifica el fuego, y de hecho, su nombre es el mismo que la palabra latina, ‘ignis’. Indra, el rey de los dioses, tiene las mismas características que Zeus y que Thor de los germanos: es el Señor de los cielos, cuyo símbolo es el rayo. Los arios también vislumbraron el Infinito y lo llamaron Aditi, la madre de todos los dioses, a los que se llama ádityas. Es muy significativo que en un mundo dispuesto por la conveniencia de los hombres, el dios principal, el dios por encima de todos, fuera una mujer.
En los Vedas y sus comentarios, vimos el desarrollo de los dioses como Brahmá, el Creador, Vishnu, el Preservador, y Shiva, el Destructor, quienes juntos forman la trinidad hindú. Mientras Brahmá y Vishnu son ambos deidades védicas o arias, Shiva es un ejemplo de sincretismo de los extranjeros con las culturas indígenas.
Cada pueblo en la India tiene su propio dios. También hay ríos y lagos sagrados, siendo el más sagrado el Ganges o Ganga, y animales a los que se adora, como naga o la Serpiente, el Toro o Nandi, Garuda o el águila, pero, sin duda, el más importante que los hindúes consideran sagrado es la vaca.
Los arios en su literatura védica creen en el sacrificio, o yajña, esencia central de su culto, pero la influencia dulce de la India suavizó esta práctica hace alrededor de 1500 años. Por el contrario, la práctica básica de los hindúes es la veneración, y actualmente los Vedas suelen ser recitados durante los rituales más que durante el sacrificio, que ha estado marginado, y ahora lo practican sólo los tántricos, y fuera de lo común.
En general, un dios se venera delante de un icono santificado en el que se cree que él está presente. La gran mayoría de los hindúes tiene un sitio para rezar en sus hogares, y el acto de rogar se llama puja, en el cual se hace una ofrenda, o naivedyam, al dios, y está seguida con el darshan, una visión de la misma santidad. Es esencialmente un acto privado, y la asistencia a los templos, aunque es igualmente meritoria, no es obligatoria. El estado más alto de la oración es la meditación, y el camino a la meditación se lleva a cabo mediante un control estricto del cuerpo o yoga.
El control del cuerpo no significaba el celibato o la autonegación. Para entender estos valores en las etapas apropiadas de la vida, el camino hindú divide la vida del hombre en las cuatro etapas, del varnáshrama-dharma. Estas son: el brahmachárya o el soltero o estudiante, cuando la vida de un joven estaba dedicada tras la iniciación o la ceremonia del hilo sagrado, a un período de estudios de literatura religiosa y ritual. Este período normalmente duraba alrededor de quince años, pasando entonces al segundo estado o grahasthya, el dueño de la casa, casado, con responsabilidades domésticas y cívicas. El tercer estado o vanasprasthya, cuando el amo de la casa se desprendía de sus responsabilidades terrenales, y se preparaba para la vida espiritual. Podía ir acompañado de su esposa durante este período, pero durante el cuarto y último estado, sanyásan, de meditación y renuncia final a todo lo terrenal, él estaba solo, como un deambulador sin casa, abandonado a una vida de contemplación filosófica y austeridad, incluso penurias, para conseguir una completa autorrealización. Sin embargo, no se menciona el estado de sanyásan en la literatura védica: sólo hay una mención de rishis o ermitaños que vivieron en el retiro pasando sus vidas en meditación y contemplación, y en condiciones de gran austeridad, sufriendo penurias.
El concepto de ascetismo ha sido uno de los que siempre han atraído a la mentalidad hindú, e incluso hoy al deambulante sádhu o faquir, irrespetuoso de su religión, se le tiene un tremendo respeto como un hombre de dios. Es probable que los originales munís, o silenciosos, fueran hombres de medicina de la tribu. Es posible que su fuerte atracción por los pueblos locales se tornara en ventaja para el sacerdocio ario, que gradualmente adaptaron tanto el concepto como la práctica del ascetismo a la principal corriente religiosa. El asceta se elevaba muy por encima de las alturas alcanzadas por los sacerdotes ritualistas. Mediante el alejamiento de la propia familia y posesiones, el asceta alcanzaba una sensación de libertad completa. El misticismo hindú es también único en la elaboración de técnicas para inducir al éxtasis y en los complejos sistemas metafísicos construidos sobre la interpretación de la experiencia. Donde en otras religiones el misticismo es de una importancia variable, en las de la India es fundamental. Se encontraron lugares para el ermitaño ambulante en la estructura social aria con la formulación de las cuatro etapas de la vida.
Por supuesto, ninguna mención del hinduismo está completa sin hacer referencia a la casta. Es fácil definirla como una especie de distinción de clases, pero es más. No es sólo una distinción de tipo económico, como se entiende clase hoy en día, aunque probablemente tuvo en sus orígenes un denominador económico. Como raza que disfrutaba de ser considerada como conquistadores, los arios empezaron a ejercitar una cierta exclusividad en su jerarquía social para mantener su superioridad sobre las tribus indígenas. Para empezar, mantuvieron que cualquier cosa que tuviera que ver con las tribus y estirpes dominantes era algo que no se podía otorgar. Sólo se puede nacer con ello. Los primeros himnos arios contienen referencias al khsatra, la nobleza, y al vis, o los hombres corrientes de la tribu. Cuando los arios, de piel clara, se establecieron entre los dasas y los dravidianos, de piel más oscura, esas diferencias sociales adquirieron un nuevo nombre, varna, que en sánscrito denota color. Más tarde, la palabra játi o tipo, también llegó a denotar casta. La palabra ‘casta’ nos la dieron los portugueses, cuando vinieron a la India por primera vez.
Hacia finales del período rigvédico, la sociedad quedó dividida en cuatro grandes clases, y a esta división se le dio una aprobación religiosa y fue considerada fundamental. Las cuatro castas eran: los sacerdotes o brahmanes; los guerreros, clases gobernantes o kshatriyas, que posteriormente se repartirían todos los privilegios y poderes políticos; el labrador o el mercader, llamado vaishya, que aunque pudiera haber disfrutado de un cierto poder financiero, sorprendentemente no se le aceptaba dentro de ninguno de los dos primeros círculos; y el shúdra, o agricultor, el cual se consideraba también un siervo para servir a las otras tres castas superiores. Todos aquellos que no pertenecían a ninguno de estos rangos, y que también trabajaban con los muertos, o como teñidores de pieles, o a los que limpiaban las calles, se les consideraba descastados, es decir, intocables. Originariamente pertenecían a las tribus que rehusaban mezclarse con los arios.
Además, mientras uno nacía en una casta o profesión, la evidencia histórica, escasa como es, sugiere que hubo un cierto transvase entre castas. Al principio el sistema de castas era también un sistema gremial de clanes profesionales, si se quiere, que contribuía a una interdependencia social.
Cuatro mil años más tarde Gandhi resolvió llamar a los descastados los niños de dios o harijans. El término por sí mismo ha sido rechazado por aquellos a los que se refiere, por paternalista. Hoy muchos prefieren el uso del término secular dátil, los oprimidos. La Constitución de la India, reconociendo la idea de casta como un perjuicio social, ha declarado ilegal su existencia, mientras que el Gobierno confeccionó listas de las castas inferiores, para proporcionar ayuda positiva a tales grupos.
Las causas de la pobreza y degradación también tenían explicaciones religiosas: éstas eran el fruto de acciones de sus vidas anteriores. En otras palabras, karma. La cuestión de la vida después de la muerte asimismo cautivó la atención de los primeros arios. Los débiles y malhechores, “aquellos falsos de pensamiento y palabra” renacen tras la muerte. Así, el concepto de moralidad se convirtió en una ley inviolable asociada con la doctrina del karma y la reencarnación. La más alta forma de vida terrenal era la del brahmán, y cada persona aspiraba a nacer como un brahmán. Entre los mismos brahmanes, el hombre que conoce su alma o su átman es considerado libre de pecado, y esto explica la creencia de que el conocimiento de sí mismo hace al hombre inmaculado y santo y le permite ir más allá del nacimiento.
Los dos mil años anteriores al Buddha vieron tal calcificación del sistema de castas que, lejos de ser una variedad de mutuo beneficio, como lo fue en sus inicios, el principio de intocables de ciertas castas empezó a prevalecer. Esto comenzó gradualmente a impregnar las costumbres sociales como el matrimonio y la comida, llevando a una estricta endogamia y comensalidad. Incluso hoy, a pesar del hecho de que tales prácticas no fueron aceptadas en la Constitución de la India, en funciones ortodoxas como las bodas y funerales, las castas están propensas a mantenerse juntas.
El concepto de dharma gobernaba todos los aspectos de la vida hindú. Dharma o el concepto de honorabilidad ha sido codificado en el Dharmashástra de Manu, el cual es la más antigua fuente para la ley india, basada en las escrituras védicas. El tratado de Manu se escribió probablemente entre los siglos XXI y XXXI a. de C.. Todavía es la fuente de gran parte de los conceptos modernos hindúes de la ley. Los Dharmasútras de sus sucesores trataban de hecho en textos puramente legales. Del primer concepto de ley o sistema legal de la India no se conoce mucho, pero está claro que la idea de orden cósmico divino ya existía. Ría significaba la regularidad del proceso universal, y era el precursor del concepto de dharma que significa a grandes rasgos una amalgama de devoción, obligación y honradez. El rey y los dioses eran los responsables de la protección del dharma, pero era obligación de cada ciudadano observarlo y mantenerlo en su vida diaria. Dharma significaba el apoyo de tu propia casta, tu propia parentela, tu propio rey, tu familia y, por supuesto, de ti mismo.
Un aspecto importante del concepto de dharma era el deber para con los propios padres, el cual también significaba deber hacia sus antecesores y de ahí la veneración de los antecesores o shráddha que sólo puede ser realizado, al igual que la cremación, por un niño varón, para que la unión con los antecesores esté asegurada, y con esto se incrementaba la costumbre de minusvalorar a las niñas.
Impacto cultural del hinduismo
El desarrollo del hinduismo a través de los siglos significó la adopción de diferentes culturas, hábitos y fuentes mitológicas, lo que explica que la filosofía lograra ser muy permisiva y muy absorbente. Incluso las religiones que se separan del hinduismo cuando la supremacía brahmánica era de lo más opresivo, tales como el budismo o el jainismo, se reabsorbieron en la cultura hindú. Algunos hindúes consideran a Buddha como el noveno avatára de Vishnu (no siendo así por los budistas), y muchos principios jainas, como el de la no-violencia, se han convertido en parte integral del carácter hindú.
La fuente principal de la cultura hindú reside en sus grandes epopeyas, incluso más que en los Vedas o Upanishads, las cuales se restringen a unos cuantos estudiosos. La epopeya Rámáyana es la historia de uno de los avatarás o reencarnaciones humanas de Vishnu en la cual Él apareció para destruir el mal y restaurar la armonía en este mundo.
La otra epopeya, el Mahábhárata, es un trabajo anónimo difundido a través de los siglos con añadiduras e interpelaciones, y a la vez, la fuente más importante para la historia, las costumbres sociales y la mitología. El Mahábhárata es en pocas palabras una lucha por el derecho territorial entre dos grupos de primos.
En cierto momento de la epopeya, cuando la batalla está a punto de empezar entre las alineadas armadas de ambos bandos, el héroe Arjuna, se ve incapaz de avanzar y tomar las armas contra su propia gente, quienes se disponen contra él, no por enemistad personal, sino porque el dharma o sentido del deber los obliga a permanecer con el lado equivocado. Arjuna sabe que al anochecer, cuando se dé la llamada para cesar las hostilidades, muchos de ellos se habrán encontrado con sus muertes. En este momento, Krishna, que participa como auriga de Arjuna, interviene para dar lo que quizá es el discurso más importante del hinduismo, y que se conoce como la Bhagavad Gítá —literalmente la Canción de la Palabra de Dios—. La Gítá contiene el texto de lo que todos los hindúes creen y lo que es, en resumen, la religión hindú. Quizá uno de los versos más famosos de la Gítá es el que dice: “No mires a los frutos de la acción, sino observa tu dharma y haz lo que debas”.
El núcleo filosófico de hinduismo es una búsqueda eterna del ser. Uno de los versos más bellos de la literatura mundial viene del Himno de la Creación del Rig Veda, el cual empieza con el siguiente verso:
Entonces no existía ni el ser ni el no-ser,
ni la atmósfera, ni el cielo sobre ella.
¿Qué cubría todo? ¿Y dónde? ¿Qué la protegía?
¿Existía el insondable abismo de las aguas?
En otro himno encontramos el origen de la teoría de maya o la ilusión. La diosa maya de los vedantistas dice que el alma individual es engañada por maya que pertenece al Ser Supremo, y existe siempre en el Ser Supremo, al que se le ha llamado Océano. Aunque este jivátman, o Ser individuo, es de esencia mortal, aun así se las arregla para llevar ropas de diferentes gunas o cuerpos, y como tal se le fuerza a nacer en varias formas de vida y soportar el proceso infinito de la metempsicosis.
A parte de las dos grandes epopeyas, las Upanishads y otros trabajos religiosos del período, gran parte de la literatura hindú de la Edad. Media tiene su origen más directo en la religión y la mitología religiosa: la fuente usual de muchas obras de teatro y literatura popular siguieron a las dos epopeyas, ya que por entonces la cultura brahmánica había monopolizado las escrituras sagradas. Es comprensible que incluso en la India moderna gran parte de la literatura nacional se base en la épica.
Casi toda la escultura y el arte tradicional, con raíces en la cultura religiosa, representando las historias de la creación y la lucha por la tierra, la batida del océano cósmico para la división del botín de éste entre los dioses y los demonios, se puede ver en cualquier templo hindú. La mayoría de los hindúes, a través de la historia, han dado poca atención a la palabra escrita y han preferido aprender de memoria. En el caso de la gente que no tuvo acceso a ningún tipo de aprendizaje, la escultura del templo era una forma de acercar a la persona a su dios. Esta tradición continúa incluso hoy.
Uno de los más sugestivos y perdurables aspectos de la cultura hindú es la arquitectura de sus templos en cualquier parte de la India. Dicha arquitectura es bastante uniforme pero hay dos estilos diferentes: el del norte, o indo-ario, y el otro del Sur o dravídico, identificado por su torre piramidal. En el norte, desgraciadamente, muchos antiguos templos fueron destruidos por sucesivas olas de invasores, y los mejores ejemplos de la más antigua arquitectura se encuentran sobre todo en la India peninsular, de las escuelas del sur o de Orissa.
El conocido erotismo de las esculturas de algunos templos, tales como el de Konarak y el de Khajuraho, quizá reflejaba la combinación de austeridad y misticismo sexual que son una parte tan integral de la India medieval, y se ha sugerido que las figuras representaban el mundo de la carne uniéndose con el mundo del espíritu.
Cada dios tiene sus atributos especiales y en la Edad Media, la iconografía era un arte muy especializado. Las proporciones del cuerpo, el número de sus brazos y cabezas, el aspecto en que era representado o que le había hecho famoso, y su corcel, todo sigue un creciente patrón riguroso y el arte del escultor hindú reside en el hecho de que a pesar de la rigidez canónica, podía reproducir una tremenda variedad en sus creaciones.
La danza hindú también representa escenas de la vida de los dioses. Los danzantes originales se dedicaban a bailar sólo en los templos y para Dios, por lo que eran llamados devadásis o los sirvientes de dios. Debido a que en la historia de la India posterior se dedicaron a la prostitución, la danza misma se convirtió en un arte innoble. No obstante, la primera literatura hindú ha producido el destacable Natyashástra o tratado de reglas de la danza clásica.
Lluvia histórica del hinduismo
Alrededor del siglo I a. de C., posiblemente como una rebelión contra el brahmanismo basado en las castas de la India medieval, los colonizadores de la India atravesaron el mar y se establecieron en Ceilán (la actual Sri Lanka). Más o menos por la misma época, los mercaderes indios se establecieron en Malaya, la moderna Indonesia y otras partes del sudeste asiático, estableciendo colonias permanentes, y siendo seguidos por monjes y brahmanes y más tarde, por sacerdotes budistas, hasta el primer siglo d. de C. El sánscrito fue el idioma oficial de la región. Las grandes civilizaciones e imperios de altura del este de Asia eran esencialmente hindúes. Angkor Vat en Camboya es un templo hindú.
A diferencia del sudeste de Asia, China no asimiló las ideas hindúes, aunque hubo contactos ocasionales en la India. Tampoco sobrevivió en el lejano este del mismo modo que el budismo, el cual ha ayudado a moldear las inconfundibles culturas de China, Corea, Japón y el Tíbet.
Budismo y jainismo
La India produjo tres de las más grandes religiones del mundo y el hinduismo es sólo una de ellas. A mitad del siglo V a. de C., el sistema brahmánico y la estructura de castas se había vuelto tan opresivo para el hinduismo en su totalidad, que era inevitable que las sectas heterodoxas se extendieran de vez en cuando para desafiar a la corriente principal del hinduismo. De éstas sólo el budismo y el jainismo son importantes, ya que bajo su impacto el hinduismo casi desapareció en la India hasta el renacimiento hindú del siglo nueve después de Cristo.
La religión budista predica el camino de las ocho vertientes. Aunque el mismo Buddha predicaba el ateísmo, sus propios discípulos lo elevaron al nivel de la divinidad, incluso antes de morir. Durante el reinado de Ashoka, el culto budista creció con la conversión del rey al budismo, y todos los lugares asociados con el Buddha se convirtieron en centros de peregrinaje. Ashoka también empezó a asumir la difusión del budismo hacia el norte, sur y este de Asia. De todos los restos religiosos entre el 200 a. de C. y el 200 d. de C., y hasta ahora descubiertos en la India, los budistas superan a los hindúes y los jainistas juntos.
Alrededor del siglo VII d. de C., el budismo ya estaba decayendo en la India, no sólo porque el sectarismo budista se había multiplicado demasiado, sino también porque muchos hindúes se habían inclinado al budismo, ejerciendo un efecto opuesto al esperado, sin permitir la influencia maduradora del budismo para endulzar las filosofías del brahmanismo más duras y basadas en la casta. Un factor importante fue también una forma de hinduismo revivida y reformada, que empezó a extenderse hacia el norte desde el país tamil desde el siglo IX en adelante, cuando el gran teólogo Shankara viajó por toda la India predicando sus ideales. La nueva forma de hinduismo devoto resultó un fuerte atractivo al hombre común y la asimilación recurrente del hinduismo se puso en marcha de nuevo. Así, sobre todo en la India del norte medieval, el Buddha llegó a ser admirado como la novena de las diez encarnaciones del gran dios Vishnu, y el budismo gradualmente perdió su individualidad, convirtiéndose en una secta más del hinduismo, bastante especial y bastante no ortodoxa que, como otras muchas, no sobrevivió. Si el hinduismo, confiando su fuerza principalmente en los ascetas y los independientes brahmanes y en las ceremonias domésticas, estaba destinado a sufrir las invasiones musulmanas, no habría de debilitarse por ello. Sin embargo, cuando los musulmanes entraron en la India, los grandes monasterios budistas de Bihar y Nalanda fueron saqueados, las bibliotecas quemadas y los monjes asesinados. Los monjes que quedaron huyeron al Nepal y al Tíbet, y excepto en aisladas zonas del noreste, el budismo ya no es una religión viva en la India de hoy.
Entre los muchos profesores no ortodoxos que fueron contemporáneos del Buddha, estaba Vardhamana, conocido por sus seguidores como Mahávíra. El jainismo o la religión de los conquistadores fue fundada por él. Consiguió establecerse firmemente y en algunos lugares tuvo mucha influencia, pero jamás logró extenderse fuera de la India. En la India moderna tiene unos dos millones de seguidores, la mayoría mercaderes ricos. Las principales enseñanzas del jainismo, como el budismo, son que el mundo no es creado, mantenido o destruido por una deidad personal, sino que funciona de acuerdo con la ley universal. El jainismo es esencialmente una religión atea y nunca se ha comprometido en esto, sobreviviendo a las enseñanzas austeras de las realidades kármicas. La cualidad más sobresaliente del jainismo es su énfasis en no violencia, o ahimsá.
Como el budismo, los dioses principales de los hindúes se acoplaron a los templos jainistas, en posiciones subordinadas y aunque no hubo un compromiso real con la doctrina, la secta encajó fácilmente con el orden hindú, formándose sus miembros en castas visibles.
El Islam y el hinduismo
Los árabes habían llevado por primera vez el Islam al sur de la India, a través de los marineros mercaderes, y musulmanes e hindúes convivieron pacíficamente en Kerala. Pero los invasores musulmanes estuvieron más interesados en saquear que en establecerse con las gentes conquistadas. Sin embargo, fue con los mogoles cuando el Islam se convirtió en la religión oficial de la India, pero no pudo evitar ser moderado por la visión de la vida del hinduismo. El emperador Akbar fue el primero en reconocer que los dos no eran mutuamente exclusivos, y no discriminaba entre ellos como amigo u enemigo. Como uno de los gobernadores indios más ilustrados, Akbar instituyó un ministerio para la traducción de trabajos religiosos hindúes que ha ayudado considerablemente a cambiar la percepción musulmana del hinduismo. Jahangir, su hijo, también hizo que Darashikoh, de su corte, tradujera las Upanishads al persa, que fueron posteriormente traducidas al francés y al latín.
El sufismo, el aspecto místico del Islam, estuvo influenciado a su vez por el hinduismo. Al-Biruni identifica la doctrina sufísta del amor divino como una autoaniquilación con pasajes paralelos a la Bhagavad Gítá, mientras las teorías sufistas del alma eran similares al Yogasútra de Patánjali. El encanto místico ascético del hinduismo atrajo a los eruditos y santos sufíes.
Conclusión
Hasta ahora, lo que antecede nos hace recordar la historia de los cuatro ciegos que intentaban describir un elefante tocando varias partes de su anatomía, como sus orejas, su trompa, su cola, y cómo cada uno de ellos llegaba a una conclusión diferente, dependiendo la realidad de su experiencia personal con el animal. Eso es exactamente lo que uno siente cuando empieza a definir ese saco de contradicciones benignas que se llama hinduismo, que ha sido explicado como una religión, una filosofía y, sobre todo, como una manera de vivir.
El hinduismo venera a los dioses en avalares humanos, a la vez que da sanción religiosa a una de las peores formas de segregación humana y discriminación a través del sistema de castas y de intocabilidad; por un lado, adora a la diosa madre, y por el otro, oprime a las mujeres con las costumbres sociales tan repugnantes como las bodas infantiles, o negar a las viudas la libertad de casarse por segunda vez, o el satí, que es la práctica con la que la viuda debía inmolarse en la pira del cadáver de su marido, aunque en la actualidad las reformistas sociales se enfrentan a estas actitudes.
Casi el ochenta por ciento de la población india es hindú, pero estamos orgullosos proclamándonos un estado laico, ya que la mayor fuerza del hinduismo a lo largo de los siglos ha sido su tolerancia y su capacidad para asimilar lo mejor de cualquier otra religión. Atravesar una fase crítica como la actual no es un fenómeno desconocido en la larga historia y búsqueda del alma de esta religión.
Día a día, las prácticas, las costumbres y las tradiciones son vinculadas inextricablemente a la religión en la vida de un hindú, pero las contradicciones persisten en asuntos de más importancia, por ejemplo, en el área de la filosofía y la espiritualidad. La filosofía racional y hasta las creencias ateístas solían ser, y todavía son, tan válidas como el misticismo, una intensa devoción o bhakti y el teísmo. Esta serie de oposiciones es, para mí, lo que da a la religión su forma distintiva y fuerza de resistencia. Verdaderos yoguis y tántricos chamanes, grandes ascéticos, dioses y los llamados “hombres de dios”, todos pueden existir en perfecta armonía y con un espíritu de vivir y dejar vivir bajo los cielos abiertos de esta antigua religión, y se consideran legítimos y verdaderos hindúes.
Es de máximo interés que, mientras algunas de las creencias de la religión han persistido atravesando los siglos desde tiempos védicos, muchas más han experimentado cambios constantes, si no una metamorfosis total. Algunos de los himnos que son entonados hoy en las ceremonias importantes como bodas, funerales o el rito de iniciación de un muchacho con el cordón sagrado, fueron, sin cambio alguno, recitados por nuestros antepasados védicos.
Por otro lado, los conceptos del cielo y el infierno y de la vida después de la muerte cambiaron con la teoría de la transmigración del alma. Surgieron nuevos dioses para rellenar carencias espirituales diferentes. Hasta la teoría del origen del universo sufrió modificaciones significantes, que pudieran ser blasfemas en cualquier otra religión, pero son aceptadas en un espíritu filosófico en el hinduismo. Este, a mi parecer, es una de las fuerzas fundamentales de esta religión. El hecho de que no tiene líder supremo ni un orden establecido o reconocido ni jerarquía ayuda al hinduismo a ser una religión abierta y liberal. En su manifestación social, hay una necesidad arrolladora de que el hinduismo se haga más justo, equitativo y honrado para continuar siendo fuerte y quedar como una de las más grandes religiones del mundo. Es una religión que tiene en cuenta el cuerpo, la mente y el alma de seres humanos y hace posible, mediante el yoga físico y la autodisciplina ascética, mediante una búsqueda rigurosa e intelectual y con una intensa devoción o bhakti para seguir la verdad y quizá tener una breve visión del ser supremo y así conseguir moksha o salvación. Para los hindúes, los caminos son muchos, pero el resultado es el mismo que para cualquier otra religión.