INSTITUTO DE INDOLOGÍA

LA MÚSICA INDIA

Manjula Balakrishnan


Ningún estudio del complejo y vasto espectro del pensamiento indio se puede considerar completo sin una referencia al menos al supremo arte de la música. En la India estamos rodeados de música desde el nacimiento a la muerte. Hay canciones para cada momento de la vida, para la devoción particular, los ritos de paso, los festivales y la religión popular. La base de la música india es lo que se llama sangita: una combinación de música vocal, música instrumental y baile. Aunque estas tres formas tienen un origen común, hoy se hallan diferenciadas en formas artísticas complejas y bien desarrolladas.

         A través del arte puede conocerse íntimamente el alma de un pueblo. Por ello, en la India, donde siempre se ha valorado en gran medida la espiritualidad, el arte expresa experiencias internas, manifestándolas en la bella y armoniosa forma de la música. Por ello en la India la música tiene una dimensión religiosa. Se la ha considerado un camino para el progreso espiritual, ya que los artistas, al interpretarlas, trascienden los límites de su persona y se convierten en vehículos de la inspiración divina. Tradicionalmente, la música estuvo intrínsecamente ligada a la religión y a la filosofía. Era parte integral del ritual. Según la filosofía india, el objetivo del hombre es alcanzar moksha, la liberación, y la música puede ser un camino para conseguirlo mediante lo que se denomina nadopasana (adoración del sonido). Esto se basa en el concepto de nada-brahma, de que el sonido es Dios. La música surge del Aum, el monosílabo sagrado. Es la vibración cósmica que mantiene unidos el cielo y la tierra. Es el nombre místico de la divinidad, el sonido primigenio, que se emplea al comienzo de las oraciones y de los libros sagrados. Se ha relacionado cada una de las letras componentes con los dioses de la trimurti o trinidad hindú: la A es el nombre del dios Vishnu, la U, del dios Shiva y la M, del dios Brahma.

         A esta teoría filosófica sobre el sonido hay que añadir la dimensión mítico-religiosa. En la cosmogonía hindú la música existe desde que existe el universo, ya que todos sus ciclos y su actividad se hallan generados por el dios Shiva, quien, en su forma de Nataraja, simboliza con su danza mística la creación del universo. También se cree que la música india la creó el mismo dios Brahma. Este «fuego celestial» se dio al mundo para bendecir al corazón humano.

Sangita, la tradición musical india ha pasado por todas las etapas de evolución. Ha viajado desde los templos y las cortes a los festivales y las salas de conciertos, reteniendo el espíritu de la tradición india. La música es un arte que se ha venido practicando en la India al menos durante los últimos tres mil años. Artefactos hallados en las excavaciones de la civilización de valle del Indo muestran instrumentos de viento, de cuerda y de percusión. Se sabe que los antiguos indios conocían la teoría de los sonidos y su física. En la época del Samaveda ya se había desarrollado un complejo sistema de canto. En el tiempo del Yajurveda apareció una variedad de músicos profesionales. La música llegó a su apogeo durante la época de los reyes Gupta, la era clásica de las artes indias, en el siglo IV. A partir de ese momento el arte musical de la India se desarrolló bajo la protección de un cultivado mecenazgo.

         Entre los siglos XI y XII tuvo lugar aparentemente un giro hacia el culto al dios Vishnu. Eran muy comunes las obras musicales de tema vishnuita, como el Karpuramanjari, que se representaban en templos y patios. Prácticamente en todas partes de la India, se interpretaban formas diversas de cantos religiosos. Durante el periodo del Sultanato de Delhi se efectuó una síntesis de los elementos musicales hindúes y musulmanes, pues aunque debido a los tabúes religiosos, los musulmanes no se interesaron en un principio en la música, pronto, por influjo del hinduismo, comenzaron a hacerlo y hasta algunos gobernantes musulmanes se convirtieron en hábiles intérpretes. Amir Khusrau, poeta de la corte de Alauddin Khalji, combinó los estilos indios y persas e inició el estilo khayal de música clásica y el qawwali. Se dice que también creó el sitar, combinando la vina con un instrumento persa: el tambura.

Los mogoles patrocinaron la música clásica. Todos ellos —con la excepción de Aurangazeb— protegieron a los músicos y organizaron frecuentes conciertos en sus cortes. La música india vio otro momento glorioso durante el reinado del emperador mogol Akbar. En este tiempo se modificaron más de doscientas melodías con influjo iraní. Se introdujo la forma darbari o música de cámara. Se dice que los mogoles, a su vuelta al norte tras las campañas del Deccan, llevaron consigo gran cantidad de músicos del sur. El famoso Tan Sen vivió en este tiempo y dejó una gran sucesión de discípulos. De él se decía que, con su música, podía encender una lámpara o traer la lluvia. Según los textos antiguos, la música, cuando es perfectamente interpretada, puede tener ese efecto sobre el mundo material exterior.

         Durante los siglos XVII y XVIII los artistas de las diversas regiones practicaron y perfeccionaron los distintos estilos de música, incluso durante los periodos de tumulto político y escasez de mecenazgo social. Las tradiciones familiares, llamadas sampradaya, crecieron dentro de estos estilos. Tras los mogoles, los ingleses no sólo no protegieron la música india, sino que hicieron esfuerzos por romper la tradición, que hubo de mantenerse en las cortes de los reyes indios. El denominado Renacimiento Hindú, a fines del siglo XIX, reavivó momentáneamente la tradición musical, pero en el XX el poder de los maharajas y los nawabs declinó, reduciéndose así su mecenazgo. El gobierno de la India les reemplazó en este patrocinio y fomentó activamente la música en sus emisoras nacionales de radio.

         En cuanto a los textos que codifican la música, hay algunos que deben conocerse. El más importante es el Samaveda. Es el tercer Veda, «Veda de las melodías». Es una recopilación de estrofas destinadas al canto, compuesta especialmente para fines rituales. Sus himnos se cantan en los sacrificios al dios Soma, divinidad que personifica el néctar de los dioses. El Samaveda constituye el manual del sacerdote udgata o cantor, durante el sacrificio. Consta de 1.549 estrofas. Es el tratado del que surge la música clásica india y en donde se especifican las siete notas básicas.

         Mas tarde la música india toma como fuentes literarias el Naradikshika y el Natyashastra, textos ambos del siglo II. Los tratados posteriores son muchos y variados y no es pertinente aquí una relación exhaustiva, aunque sí ha de mencionarse el Sangitamakaranda, atribuido al sabio Narada, que data del siglo XI, y el Sangitaratnakara, tratado musical del siglo XIII en donde se proporciona una exposición exhaustiva de las estructuras y técnicas musicales. Su autor fue Sharangadeva.

         El sistema actual de la música india se basa en dos columnas: raga o escalas melódicas y tala o ciclos rítmicos. La música india se basa en la melodía y el ritmo y no tiene un esquema comparable a la tradición occidental de armonía y contrapunto.

          La palabra raga aparece en el Natyashastra de Bharata (siglo II), pero fue Matanga quien lo definió en el siglo V como «una clase de composición de sonidos, consistente en movimientos melódicos que tiene como efecto conmover los corazones de los hombres». Antes de la evolución del raga existían melodías jati o populares, con esquemas musicales simples, sin posibilidades de mayor elaboración. El origen de los raga es muy variado. Algunos derivan de canciones de la música popular; otros, de canciones de ascetas; y otros se sabe que son creaciones de grandes músicos, puesto que llevan sus nombres. Mitológicamente los raga son los genios musicales que presiden los sonidos, en número de seis, y que se hallan a las órdenes de Sarasvati, diosa de las artes. Son los esposos de las ragini o composiciones menores, que no son sino los raga modificados o reducidos.

         El número posible de raga es muy grande. Existen setenta y dos raga principales en la tradición carnática y diez en la hindustani, cada uno de ellos asociado a uno de los nueve rasa o sentimientos básicos. Sin embargo, se siguen inventando nuevos raga, que pasan a formar parte de la tradición.

         La palabra se deriva del sánscrito ranj, que significa «color», queriéndose significar una emoción. Simplificando: el concepto de raga es conectar las ideas musicales de manera que formen un todo continuo que provoque un impacto emocional concreto. Los raga deben crear ciertos estados de ánimo. Se dividen en tonos llamados masculinos y femeninos. Además, la mayoría de los raga están asociados con una de las seis estaciones del año y con un período del día o de la noche. La interpretación de un raga fuera de su margen asignado se considera musicalmente indebido y, en ocasiones, hasta peligroso. Es conocida la leyenda del músico cuyo rey insistió en escuchar el raga que genera el fuego fuera de momento. El músico, al cantar, se vio envuelto en llamas que no pudieron ser apagadas.

         El tala es el elemento esencial del ritmo y tiempo y denota un organizado ciclo compuesto por varias unidades. Existen tres velocidades principales, aunque también hay multitud de variaciones. La música india ha desarrollado un sistema extremadamente complejo de ritmos y una gran variedad de instrumentos de percusión. En las representaciones suele ser el bailarín quien fija el ritmo, al que se va adaptando el intérprete del tambor. Los cantantes marcan el compás moviendo las manos en forma específica. Dan con la palma en el muslo, doblando un número concreto de dedos en secuencia y volviendo la palma.

         En cuanto a la escala o sargama, la música india reconoce siete notas, que forman la base de la escala suddha: shadja, rishabha, gandhara, madhyama, pañchama, dhaivata y nishada, llamadas abreviadamente sa, re, ga, ma, pa, dha, ni. Sin embargo, lo que caracteriza a la música india son los veintidós microtonos o shruti, que determinan la correcta entonación de las notas. Estos microtonos se refieren a cuartos de nota, una precisión mayor que la existente en la música occidental, que sólo reconoce tonos y semitonos. No obstante, los críticos coinciden en que la extraña tonalidad de la música india no se debe al uso de muchas notas sucesivas muy cercanas entre sí, sino al empleo de intervalos poco familiares.

         Digamos algo ahora sobre las particularidades de la interpretación. En primer lugar, los recitales de música clásica india tienen una atmósfera de devoción, explicitada en oraciones al inicio del acto y en el carácter de la música interpretada. Además, Aunque el intérprete es el complemento más importante de la pieza, ésta estaría totalmente incompleta sin la presencia de los músicos y los instrumentistas. Por eso, antes del comienzo de cualquier función, el bailarín o la bailarina debe rendir sus respetos hacia todos ellos. Primeramente toca los pies de los músicos y sus instrumentos en señal de respeto y les da el dakshina, que es el reconocimiento simbólico de todo lo que han hecho para la mejora del bailarín o bailarina, ofreciéndoles luego hojas de bétel, un coco, flores y una cantidad simbólica de once rupias. Luego toca los pies del maestro o maestra, solicitando su bendición. Sólo entonces pondrá los pies sobre el escenario.

         Otro aspecto interpretativo de importancia capital es la improvisación. El raga es la expresión personal de un artista. Un músico puede interpretar un raga un número indefinido de veces y la música puede ser considerablemente distinta cada vez. Aunque el raga es inexhaustible, se puede reconocer por las primeras notas. No obstante, la posibilidad de variación no exime de una cuidada interpretación del esquema básico de la pieza. Existe una leyenda en la que el dios Vishnu mostró al sabio Narada una estancia de su palacio celestial en la que yacían hombres y mujeres, llorando y lamentándose por sus brazos y piernas quebrados. El dios explicó que eran los raga y ragini que habían sido torpemente interpretados en el mundo de los hombres.

         Un rasgo destacable también de la canción india es su elaborada apoyatura. La nota y su apoyatura están entrelazadas en una relación muy estrecha, ya que la apoyatura de la nota cumple la función de darle brillo y contraste. Otro rasgo característico y diferenciador de la música india es el uso que se hace del glissando, ya que lo que de verdad se canta o interpreta es el intervalo, más que la nota misma y por eso siempre podemos reconocer una sonoridad continua.

         Los peculiares instrumentos indios son asimismo una parte fundamental de este arte. Se hallan asociados a diversos dioses: la vina a Sarasvati, el tambor a Shiva, la flauta a Krishna, etc., y varían según el estilo de música que se interpreta. Entre los instrumentos de viento destaca la flauta, que se utiliza indistintamente en la música del norte, sur, este u oeste. Entre los instrumentos de cuerda cabe mencionar la vina,que es el instrumento de cuerda más antiguo conocido. También están el sitar o guitarra india y el sarangi, conocido como el violín de la India. Y, por supuesto, el sempiterno tambura o tampura, que es un instrumento que mantiene el tono para el cantante y también para los instrumentistas. Los instrumentos de percusión son principalmente tres: la combinación de tabla y baya, tambores indispensables en el norte; el mridangam, el tambor del sur por excelencia; y el mahamridanga, una fusión entre los dos tambores antes mencionados. También hay otros tambores como el dholak y eldamaru que tienen una utilidad más bien folclórica. También es corriente el uso del talam, que son dos planchas de metal pequeñas que ayudan al cantante a mantener el ritmo.  Sin embargo, ha de recalcarse que se otorga siempre especial importancia a la voz humana, por encima de otros instrumentos.

         En la India han coexistido dos clases fundamentales de música: la puramente clásica: gandharva o marga sangita; y la denominada deshi sangita, o música folklórica, consistente de diversos aires de varias regiones, interpretada de forma distinta según las necesidades y gustos locales. Ambos estilos han florecido, pero en medios totalmente diferentes. La música considerada clásica se dividió en el siglo XII en las escuelas hindustani y carnática. Hoy estas escuelas prevalecen en el norte y el sur de la India respectivamente. Puede haber diferencias en nomenclatura y articulación, pero comparten postulados fundamentales. Ambas formas se basan en el raga y tienen el mismo número de notas. La clasificación de los raga es también común a ambas.

         La música hindustani se creó en las cortes mogoles mediante la fusión de la música india tradicional con la iraní, pues desde los siglo XIV y XV las formas persas de música se venían introduciendo en la India. Se basa en el sistema de gharana, término que significa «familia», esto es: una forma musical cuidada y desarrollada en el seno de una familia, que ha ido aportándole elementos de generación en generación, manteniendo siempre unos lazos afectivos y emocionales al par que artísticos entre sus cultivadores. El gharana se basa en el sistema de educación denominado gurukula, en el que el discípulo vive con el maestro y aprende de él mediante una relación intensa y continua. Los estudiantes de música recibían su talim o instrucción durante un periodo que podía oscilar entre los diez y los doce años. Este sistema permitía una transmisión completa de las habilidades del maestro al discípulo. El origen de los gharana se remonta a fines del siglo XVIII. No eran únicamente estilos musicales, sino que incluían los manierismos personales de los artistas. Se procuraba mantener la pureza del estilo, limitándose a la propia música y evitando el contacto con otros gharana.

         Las principales variedades de la música hindustani son las siguientes: el dhrupada (un estilo sacro, de tema heroico o de elogio a un dios particular), el khayal (de naturaleza improvisada y contenido altamente emotivo), el tarana(de carácter más lúdico), el thumri (en lengua vernácula, siempre de tema romántico), el bhajana (música religiosa de melodía repetitiva) y el ghazal (de influjo más persa y temática tanto amorosa como religiosa).

         La música carnática tiene su base en las tradiciones hindúes tamiles y telegus. Se desarrolló en sampradaya o escuelas, organizadas en líneas precisas. La música india tiene la particularidad de que no se escribe y por tanto no puede aprenderse más que estableciendo una relación directa con el maestro.

         Esta forma musical tiene un alto contenido devoto. Las letras de las canciones, de tema mitológico o social, muestran siempre un trasfondo filosófico que contrasta con los temas más mundanos y superficiales de la música del norte. Esta música la suele interpretar un grupo de artistas que a veces no se conocen ni han ensayado juntos, integrado por un vocalista, un instrumentista principal y un percusionista, en ese orden de importancia.

         Las variedades de música carnática son el kirtan (de carácter religioso, basado en shloka o pareados sánscritos), el varnam (donde se enfatizan una serie de notas y combinaciones de ellas), el thani (composiciones con percusión en las que el cantante y el percusionista se contestan), el ragam tanam pallavi (la melodía principal, con un gran margen de improvisación), el tukkada (corto, ligero, de ritmo rápido e interpretado tras una pieza más compleja) y el mangalam (un acto de agradecimiento al público).

         Además de estas variedades, la India posee una rica tradición de música folklórica. Cada región tiene su estilo particular. Es frecuente el equívoco de confundir la música popular con la tribal. Mientras que la primera es un reflejo de la sociedad india en general, la música tribal representa culturas muy diferentes referidas a condiciones de vida de milenios de antigüedad.

La música folclórica no se enseña de la misma manera que la clásica: No hay un período de aprendizaje formal puesto que las condiciones de vida de las zonas rurales no lo permiten. La música en los pueblos se aprende por osmosis, escuchándola desde la niñez. Existen muchos actos públicos que permiten la práctica de esta música, que es un componente indispensable en bodas, compromisos y nacimientos. Hay una plétora de canciones para todas estas ocasiones, así como muchas melodías asociadas a la siembra, la siega y los ciclos de las estaciones.

         La música popular se emplea también con propósitos educativos. Por ejemplo, como medio de enseñanza sexual, para aprender cómo vestirse, cómo cocinar y cómo comportarse socialmente.

Los instrumentos son distintos de los empleados en música clásica, aunque algunos se basan en los primeros. Los más comunes son el ektara, el dotara, el saringda, el rabab y el santura, aunque los nombres difieren según la región. También existen instrumentos específicos de cada zona construidos con los materiales autóctonos.

Una variedad interesante de la música popular es la denominada filmi, escrita especialmente para el cine. Es una industria poderosa y los compositores se basan tanto en temas folclóricos como semiclásicos para crear la música mayoritariamente escuchada en el país. La noción de espectáculos musicales en el cine no es sino la continuación de la tradición india de espectáculos cantados y bailados en templos y cortes.

La música india no se ha contagiado de la occidental. Sólo han tenido lugar algunas modificaciones en la música popular, especialmente en la empleada en el cine indio. Algunos compositores indios han escrito música al estilo occidental, empleando motivos indios. Pero esto es únicamente la excepción.

         Para finalizar, insistiremos en que hemos tratado de una de las tradiciones artísticas más antiguas del mundo que perduran hasta hoy. La música india nunca se ha estancado; pese a los continuos cambios políticos y socioeconómicos ha fluido constantemente durante siglos como un poderoso río, asimilando y absorbiendo en su seno diversas influencias vivificadoras y enriquecedoras, pero manteniendo siempre su individualidad y su indianeidad. Sobre esta perduración de la música, Rabindranath Tagore escribió en su libro La luna nueva estos bellos versos:

Como los brazos conmovidos del amor, hijo mío, la música de mi canción te envolverá.

Mi canto besará tu frente como una bendición.

Cuando estés solo, vendrá a tu lado y, dulcemente, repetirá su música en tu oído. Cuando estés entre la multitud, te mantendrá aislado en tu soledad.

Mi canción será una luz en tus pupilas y adentrará tu corazón hasta las fronteras de lo desconocido.

Será como la estrella fiel que brilla en lo alto, cuando la noche esconda tu camino.

Mi canción será una luz en tus pupilas y adentrará tu mirada hasta el secreto corazón de las cosas.

Y cuando mi voz enmudezca con la muerte, seguirás oyendo mi canción en tu corazón, rebosante de vida.

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