INSTITUTO DE INDOLOGÍA

SHRI AUROBINDO, EL IMPULSOR DEL NEO-HINDUISMO

Enrique Gallud Jardiel

 

 

         Aurobindo fue un poeta, político y filósofo que intentó con su vida y su ejemplo actualizar la noción tradicional de rishi [sabio védico].

         Su verdadero nombre era Arvinda Ghosha y nació en 1872 en una familia de clase media de Calcuta. A los siete años marchó a estudiar a Inglaterra, donde adquirió una sólida cultura filosófica y literaria occidental. En 1892 regresó a su país natal con fuertes simpatías independentistas.

         Entre 1902 y 1906 trabajó como educador en la corte del Mahârâja de Baroda, donde estudió sánscrito y filosofía india, encontrándose con sus raíces culturales. Fue entonces cuando se inició en la política. Se propuso radicalizar la oposición a los ingleses y se mostró partidario de boicotear el comercio inglés, así como las instituciones británicas. Su actividad política sólo duró cuatro años, pero fue muy intensa, pues se unió a varios grupos de jóvenes bengalíes que habían adoptado una actitud radical ante el dominio británico. Finalmente se acusó a Aurobindo de haber participado en actividades subversivas, en disturbios y actos de violencia, lo que le llevó a ser encarcelado durante un año en la prisión de Alipur.

         Su estancia en la cárcel fue el momento más importante de su vida, pues estando encerrado en una celda de aislamiento, tuvo una experiencia religiosa y alcanzó el estado de samâdhi [iluminación] a través del yoga. Esto le condujo a adoptar la decisión de dedicarse plenamente en el futuro a la mejora espiritual de la India y del mundo.

         Tras salir de prisión, en 1910, escapó de la jurisdicción británica y se asentó en Pondicherry, en la costa de Coromandel, una posesión francesa a la sazón. Allí, dispuesto a proseguir la búsqueda de la verdad, fundó un âshrama [retiro espiritual], así como diversas revistas destinadas a difundir las nuevas ideas sobre hinduismo. Se dedicó a la práctica del yoga y a sus escritos. Pronto su âshrama atrajo a gentes de todo el mundo y se constituyó como una gran comunidad autosuficiente, con todo tipo de talleres, granjas, universidad, etc.

         Aurobindo no abandonaba su retiro y pasaba gran parte del día en meditación. En 1926 cesó de aparecer en público, haciéndolo únicamente ante sus discípulos más allegados. Esta reclusión no finalizaría hasta su muerte, en 1950.

         Mirra Alfasa, conocida como «La madre» y que se había unido al âshrama en la década de los veinte, fue quien continuó con las actividades del mismo.

         Como muchas personas habían abandonado todo para vivir en el âshrama, los numerosos asociados de Aurobindo planearon la construcción de Auroville, una ciudad que debía servir de modelo para el mundo moderno, combinando las obras intelectuales, las otras artes y la espiritualidad. Con ella se intentó demostrar que gentes de toda raza, país y forma de vida podían convivir juntas en una especie de comuna espiritual, en búsqueda de la esencia de lo divino.

         Aurobindo escribió obras poéticas y de diversos géneros, así como tratados religiosos y metafísicos. Sus escritos son indios en el fondo y occidentales en la forma, debido a su gran conocimiento de los autores europeos y su admiración por ellos. Empleó el inglés como mejor medio para difundir en el mundo moderno las grandes obras de la tradición sánscrita.

         Su obra magna es The Life Divine [La vida divina], en donde trató de integrar el pensamiento hindú tradicional con las modernas ideas evolucionistas y la perspectiva histórica de Hegel, sus dos influjos principales.

         Shri Aurobindo es, junto con Radhakrishnan, el más representativo de los pensadores neo-hindúes del siglo XX. Su influjo quedó patente en el terreno político y el filosófico.

         Es una figura muy importante en el pensamiento político indio por su contribución al movimiento independentista. Recalcó el concepto de nacionalismo espiritual y la divinidad de la madre patria, así como la noción del papel de la India en la sociedad internacional.

         En sus numerosas publicaciones abogó por una regeneración moral y espiritual como primer paso necesario para el progreso político. Consideraba imprescindible efectuar una transformación espiritual y llevar la naturaleza divina y la vida divina a la vida mental, vital y física de la humanidad.

         Aurobindo transformó inicialmente el espiritualismo nacionalista de Vivekananda en una praxis revolucionaria. El nacionalismo se convierte en una especie de religión, un «vedantismo político» en el que la lucha por la liberación de la India se convierte en una actividad soteriológica. Esta tendencia desapareció durante la segunda fase de su vida. Sin embargo, la experimentación en la meditación a la que se dedicó en su retiro y con la que quería demostrar el potencial espiritual del hinduismo, fue una forma de afirmación del ethos indio. En el plano filosófico, su âshrama se convirtió en la sede de un poderoso movimiento hindú, que no intentaba mirar hacia el pasado, sino revitalizar el hinduismo.

         Aurobindo estaba convencido de que todo el universo era una manifestación de la consciencia en un proceso de evolución de la materia en mente y de la mente en la supermente, y que era labor de los humanos el facilitar esta evolución, dedicándose a los más altos ideales. El Ser supremo evoluciona progresivamente a través de la materia hasta llegar a alcanzar formas espirituales superiores. Cada ser tiene esencia divina y tal parte puede enriquecerse para mejorarse a sí mismo y a los demás. Consecuentemente, la sociedad humana puede conducirse hacia la perfección, llegando a surgir una nueva humanidad formada por superhombres poderosos, sabios y compasivos.

         Su sistema filosófico estaba basado en el Vedânta, aunque complementado con prácticas de yoga. Aurobindo intentó crear una modalidad nueva del mismo: el denominado «yoga integral», que combina los ejercicios espirituales y la meditación con la formación física, cultural e intelectual. Esta mezcla de la espiritualidad hindú tradicional con las ideas modernas entusiasmó a los intelectuales y artistas de su tiempo, y todavía hoy es una de las prácticas más eficaces para el desarrollo espiritual.

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