INSTITUTO DE INDOLOGÍA

YOGASUTRA (Fragmentos)

Patânjali

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las facultades mentales superiores se pueden adquirir mediante la herencia genética, el empleo de algunas plantas específicas (como describen los Veda), el uso de mantra o fórmulas invocatorias mágicas, la práctica rigurosa de austeridades y mediante samâdhi, ese estado de la mente en el que ésta permanece en contacto con los objetos pero sin permitir que lo inútil la distraiga.


La transformación de nuestra mente de un conjunto de características a otro es un reajuste de las cualidades esenciales de la materia.

La inteligencia, sin embargo, sólo puede eliminar las dificultades que obstaculizan ciertos cambios. Se asemeja a un campesino que, mediante una zanja, dirige el agua de un embalse.

Una persona con una capacidad mental superior puede influir en la mente de los otros.

Dicha influencia depende también del estado mental de la otra persona.

La influencia mental del que se halla en estado de dhyâna o concentración nunca puede aumentar la ansiedad de aquel a quien influye, más bien reducirá su angustia.

Estas personas actúan sin propósitos ulteriores, mientras que otras igualmente dotadas lo hacen con un fin egoísta.

La mente no puede eludir su tendencia a actuar, pese a los obstáculos, que seguirán reapareciendo en el futuro.

La memoria y las impresiones se hallan fuertemente unidas y esta unión perdura pese a que entre dos acciones semejantes haya diferencias de tiempo, de espacio o de contexto.

Las impresiones no pertenecen a un momento concreto. Ha habido deseos de inmortalidad en todos los tiempos.

El entendimiento defectuoso, los estímulos del exterior, el apego a los frutos de la acción y la actividad extrema e inútil de la mente fomentan estas tendencias. Pero se reducen cuando se reducen esos defectos.

Todo lo que aparece y desaparece pertenece a una substancia que es eterna. El que esto sea o no evidente depende del grado en que se encuentre el proceso de transformación.

Las características particulares de las cosas se manifiestan o no dependiendo de las transformaciones de las cualidades.

Las características de una substancia en un momento concreto muestran sólo un aspecto del cambio.

Las características de un objeto aparecen de distinta forma, según el estado mental del que las percibe.

Si el objeto fuese sólo el concepto mental que se tiene de él, entonces no existiría mientras no se le concibiese.

Los objetos de perciben o no, dependiendo tanto de su presencia como del interés del que percibe.

Las actividades mentales pueden resumirse en la noción de “el percibidor”, que es inmutable y domina toda nuestra mente.

Pero la mente es también parte de lo percibido y no tiene, por sí, la capacidad de percibir.

Es ilógico creer que la mente pueda desdoblarse. No puede concebir algo y, simultáneamente, contemplar lo que concibe.

Si el hombre poseyera varias mentes que llevasen a cabo simultáneamente diversas funciones, éstas estarían en desorden y no podrían mantener la coherencia entre sí.

Cuando la mente no contempla los objetos externos, entonces asume el papel de percibidor.

La mente cumple dos funciones: le presenta a su percibidor el mundo externo y se presenta dicho percibidor a sí misma para aprender de él.

Aunque la mente recoge informaciones diversas o contradictorias, finalmente está siempre a merced del juicio del percibidor, sin el cual no puede actuar.

Sólo las mentes de extraordinaria claridad carecen del deseo de conocer la naturaleza del percibidor.

Y esta claridad les dirige hacia un único fin: alcanzar un estado de libertad y permanecer en él.

Si se desvían de ese objetivo, reaparecen las impresiones perturbadoras del pasado.

No se debe transigir con los errores mentales, porque son muy perjudiciales e inducen a la regresión mental.

En todo momento y en todo asunto puede llegarse a un estado mental de claridad total.

Este estado es aquel en el que la mente se ha librado de las acciones creadas por todos los obstáculos.

Cuando una mente despeja las nubes que le impedían percibir la realidad, entonces se conoce todo y nada se ignora.

Las tres cualidades dejan de estar sujetas a la cadena de sufrimiento y placer.

Se substituye una característica por la que le sigue y se vive cada momento siendo consciente del incesante cambio que es la base de la existencia.

Cuando se ha conseguido el objetivo supremo de la existencia ya nada perturba a la mente, que se halla realmente libre y el percibidor es plenamente consciente de su propio estado.

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