INSTITUTO DE INDOLOGÍA

NAPOLEÓN Y LA INDIA

El sueño oriental del Emperador francés

Carlos A. Font Gavira

 

 

            Napoleón ha sido uno de los personajes más influyentes de la Historia Universal. Las campañas militares del emperador francés asombraron al mundo y pusieron de rodillas a sus enemigos en Europa durante años. Sin embargo los planes de Napoleón iban más allá de los confines europeos puesto que desarrolló una auténtica estrategia mundial que abarcaba los más variados escenarios geográficos. La campaña de Egipto (1798-1801) que lideró Napoleón y que tan buenos resultados otorgó a la ciencia fue concebida como un paso para interrumpir las rutas comerciales de Gran Bretaña. Es célebre la batalla de las Pirámides (julio de 1798) donde Napoleón arengó a sus soldados contra las tropas mamelucas con la siguiente frase: “Cuarenta siglos os contemplan”, en referencia a las pirámides. La estrategia francesa pasaba por ocupar el país del Nilo, establecer un protectorado y abrir el camino hacia Oriente Medio hasta alcanzar la India. Este proyecto ya fue discutido en Francia con el ministro francés de Asuntos Exteriores, Talleyrand.  La ocupación de Egipto no era un fin en si mismo sino un medio para alcanzar más ambiciosos objetivos ya que hubo planes para estudiar el Istmo de Suez.

            Napoleón aseguró al Directorio (el gobierno francés de aquella época) que “tan pronto él haya conquistado Egipto, él establecería relaciones con los príncipes de la India y juntos atacar a los ingleses en sus posesiones.” A pesar del varapalo que supuso para el proyecto napoleónico la destrucción de su flota, por parte de los británicos de Nelson, en la batalla de Aboukir (agosto 1798), Napoleón no se achantó por las dificultades y prosiguió su campaña militar por Oriente Próximo. Las tropas francesas marcharon sobre Suez el 26 de Diciembre de 1798 para examinar una potente expedición a la India y para establecer la supremacía francesa en el área del Mar Rojo. Después de regresar a El Cairo Bonaparte envió una carta al Sultán de Mysore, Tippu Sultan, con el siguiente encabezamiento: “Bonaparte, miembro del instituto nacional, general en jefe, al muy magnífico sultán Tippoo Zaib, nuestro grandísimo amigo. Cuartel General de El Cairo a 7 de pluvioso año VII de la república una e indivisible.” Y decía: “Ya se os ha informado de mi llegada a las orillas del mar Rojo al frente de un ejército innumerable e invencible, deseoso de libertaros del yugo férreo de la Inglaterra. Me apresuro a informarle de mi deseo de que me proporcione noticias, a través de Mascate y Mocha, de la situación política en la que se encuentra. Incluso deseo que envíes a algún hombre inteligente en quien confíes a Suez o al gran Cairo, para que pueda consultar con él.” Pero ¿quién era este Tipuu Sultán que se hacía merecedor de la atención del astro de Francia?

            A finales del siglo XVIII la península del Indostán estaba fragmentada en multitud de principados, reinos y sultanatos. Aún pervivía el Imperio Mogol pero ya atravesaba una decadencia que a la larga le será imposible resistir la penetración europea. Los británicos serían quienes a la larga dominarían todo el subcontinente indio hasta conformar el “Raj Británico” pero antes tendrían que eliminar o dominar a sus competidores europeos. Francia también tenía sus ojos puestos en la India. Desde los tiempos del rey Luis XIV se intensificó la presencia de comerciantes franceses en algunos puertos de la India y también, por extensión, de muchas islas del Oceáno Indico como las actuales islas Mauricio. Pero la colonia francesa india que más destacó fue, sin duda, Pondichery, fundada por Jean Baptiste Colbert de la Compagnie des Indes Orientales. Este establecimiento que llegó a alcanzar 80.000 habitantes llegó  a ser conocido como el “Versalles indio” o la “Jaipur blanca” y fue la capital del Asia francesa. La prueba de fuego del colonialismo francés en India fue la guerra de los Siete Años (1758-1763), que aunque tuvo un origen europeo los combates se extendieron por todo el mundo dada la expansión colonial de franceses e ingleses. La victoria británica no supuso el fin de los establecimientos franceses en las costas indias puesto que sobrevivieron los comptoirs de Mahé, Yanaón, Karikal, Chandernagor y la propia Pondicherry. Así pues cuando Napoleón elaboró su plan de invadir India a través del paso intermedio de Egipto ya contaba con algunas bases francesas en el subcontinente.

            Tippu Sultán también conocido como el “Tigre de Mysore” (1750-1799) fue uno de los más encarnizados líderes indios resistentes a la ocupación británica de India. Dicho apodo se lo ganó Tippu en un combate encarnizado que tuvo con un tigre, del cual salió victorioso clavándole su daga al gran felino. El emblema del tigre estará muy presenta en la iconografía real de Mysore y un ejemplo, increíblemente ilustrativo, es el llamado “tigre de Tippu”. Hacemos referencia a un juguete mecánico creado a finales del siglo XVIII creado para Tippu Sultan. La carcasa de madera tallada y pintada representa a un tigre que ataca a un hombre europeo (británico) casi de tamaño natural. Los mecanismos dentro del tigre y los cuerpos del hombre hacen que una mano del hombre se mueva, emita un gemido de su boca y a la vez se oiga los gruñidos del tigre. Además, una solapa en el lado del tigre se pliega para revelar el teclado de un pequeño órgano de tubos con 18 notas. Tal curioso artefacto se lo llevaron las tropas británicas de la Compañía de las Indias Orientales como trofeo de guerra, tras la derrota de Tipuu en 1799,y actualmente se encuentra en el “Museo de Alberto y Victoria.”
            El reinado de Tippu estuvo jalonado de continuos conflictos con los británicos que desembocaron en numerosos enfrentamientos. Son las llamadas “guerras de Mysore” en las cuales las huestes de Tipuu mantuvieron a raya la invasión británica, sobre todo tras el tratado de Mangalore (1784) Este tratado de paz marcó un antes y después en el reino e incluso tuvo su ascendente en la historia de India puesto que los británicos fueron los que pidieron la paz a Tippu. El soberano a pesar de estar en una situación de predominio decidió no humillar en exceso a los británicos mostrando sus habilidades de diplomático como antes había demostrado sus cualidades como guerrero. El principal resultado objetivo del tratado fue el restablecimiento de los límites territoriales de Mysore antes de la invasión británica de 1779.

            No obstante era cuestión de tiempo que la paz se rompiera puesto que los británicos se negaban a reconocer su derrota y volverían a intentar someter el reino de Mysore. La paz resultó ser una tregua más. Tippu no se quedó ocioso y buscó alianzas exteriores para la más que probable futuro nueva guerra con los británicos; de ahí que en 1787 enviara una embajada a París. Tippu solicitó soldados franceses y envió a sus embajadores a la isla de Francia (actual Isla de Mauricio) a finales de 1797. Los ingleses estaban al tanto de los movimientos de Tippu y no perdieron el tiempo ya que se apoderaron de la isla de Socotora, situada estratégicamente entre el Cuerno de África y las costas de la península arábiga. Las autoridades francesas no mostraron mucho interés y habrá que esperar a la expedición de Napoleón a Egipto cuando surja la gran oportunidad de doblegar a los ingleses en la India. Los esfuerzos de Tippu Sultán no cesaron y envió al general Dubuc, uno de los oficiales enviados de la isla de Francia, quien embarcó en Tranquebar (actual  Tharangambadi en el estado indio de Tamil Nadu), en febrero de 1799, como embajador del Sultán de Mysore a la República Francesa para solicitar refuerzos. La propuesta pasaba por pedir al Directorio francés una división de 10.000 a 15000 soldados franceses que, según se creía, permitirían arrojar a los ingleses de la India.

            Tras el desastre de Aboukir que impidió a Napoleón recibir refuerzos de Francia la situación estratégica de los franceses se complicó. Aún así Napoleón sacó fuerzas de flaqueza y encabezó una expedición militar desde Egipto con dirección a la costa de Levante (actual Israel). Contando como enemigos a los británicos, los turcos y las enfermedades (epidemia de peste), las tropas de Napoleón lograron con mucho esfuerzo y sacrificio imponerse en la batallas de Jaffa (marzo de 1799),pero no así en el asedio de Acre (20 marzo-21 mayo de 1799). Napoleón, hombre instruido y amante de los grandes clásicos, igual que en sus proyectos sobre India le inspiraba la figura de Alejandro Mango era ahora el recuerdo de los Cruzados los que le motivaba a emprender asedios de las antiguas fortalezas cruzadas en Oriente Próximo. Tras esta campaña Napoleón renunció a su sueño de llevar la guerra hasta la India.

            Para Tippu no resultaba la situación mucho mejor. La carta que le envió Napoleón para recabar su apoyo fue interceptada por los británicos y precipitó la invasión de Mysore por el General Harris el 11 de febrero de 1799. Los británicos extremaron su dominio de la India lo que indica que se tomaran muy en serio la amenaza francesa. El Comandante en jefe de las tropas de la Compañía Británica de las Indias Orientales, Arthur Wellesley (el futuro Duque de Wellington), apoyado por su hermano Richard, gobernador general, aprovechó el hipotético peligro de la acción francesa sobre Egipto para desencadenar una poderosa campaña contra los únicos Estados indios que, tras el colapso del Imperio Mogol, podría haber articulado la resistencia local contra la formidable expansión de la Compañía: el Mysore de Tipu Sultán y la Confederación Maratha. Tippu iba a encontrar la muerte en la última guerra que iba a librar contra sus eternos enemigos los británicos: el asedio de su capital, Srirangapatna el 4 de mayo de 1799.

            Napoleón tuvo mejor fin puesto que huyó de Egipto a finales de 1799 abandonando los restos de su ejército. El general Kléber soportó la presión anglo-otomana como pudo aunque se barajaba ya una rendición con condiciones. Tras el asesinato de Kléber por un fanático religioso en El Cairo en junio de 1800 los días de las tropas francesas en Egipto estaban contados. Finalmente a principios de 1801 un asalto británico dirigido por general Abercrombie desembarcaron en Aboukir y derrotaron a los franceses. Los británicos requisaron todos los hallazgos que habían encontrado los científicos franceses incluida la piedra de Rosetta.

            En una primera lectura la expedición de Napoleón en términos estratégicos supuso una derrota puesto que no logró alcanzar sus objetivos. Si la flota francesa no hubiese sido destruida en Aboukir quien sabe hasta donde hubiese llegado el proyecto napoleónico. Después de la muerte del Emperador francés en 1821 se conoció parte de los proyectos geopolíticos que preparaba. Se hizo un estudio para determinar la distancia más corta entre Egipto (istmo de Suez) y las costas de la India (Malabar) que arrojaron un cálculo de 20 días de navegación. Igualmente se estudió con profusión el curso de los ríos Tigris y Eúfrates para dictaminar su navegación y su potencial como vía de comunicación. En base a unos documentos robados en Alejandría en 1814 a Mr.Cascaris, enviado por Napoleón para examinar la Mesopotamia y el Eúfrates, estos contenían importantes datos sobre la facilidad de un camino para la India por el Oronto, Alepo y el Eúfrates. Igualmente desde la desembocadura del Eúfrates hasta el puerto de Bombay se haría la travesía fácilmente en ocho días. Esto prueba el gran proyecto que ambicionaba Napoleón para Oriente Medio e India de haber triunfado su campaña en Egipto.

            Napoleón tras regresar a Europa le esperaba el poder absoluto en Francia. Tras el golpe de Estado de 18 de Brumario Bonaparte es proclamado Primer Cónsul de la República Europa entera tembló ante el genio militar del corso. A pesar de que las campañas europeas ocuparon la mayor atención de Napoleón, por increíble que parezca, seguía elucubrando futuros planes sobre la India. Bonaparte entabló negociaciones con el zar Pablo I en 1801 con vistas a organizar una expedición militar franco-rusa que marchase sobre la India. Es curioso que el zar Pablo, hasta entonces un enemigo implacable del Primer Cónsul francés, ahora mostraba una admiración y amistad infinitas para él. Se propuso una operación militar conjunta contra los británicos en la India. Una fuerza expedicionaria francesa de 35.000 hombres avanzaría a través de Rusia y las estepas a Astrakhan, luego cruzaría el Mar Caspio en barcos rusos hasta Astarabad, donde se uniría a un ejército ruso y avanzaría por Herat y Kandahar al sur de Afganistán y la boca del Indo. En 1803, el general Charles Mathieu Isidore Decaen (1769-1832) fue enviado como gobernador general de las islas de Borbón y la isla de Francia (archipiélago de Mauricio, Océano Índico) y una de sus principales instrucciones fue prepararse para la eventual invasión de los territorios británicos en la India. A principios de 1805, Napoleón parece haber jugado con un vago plan de enviar un gran número de tropas francesas y españolas para actuar conjuntamente con las fuerzas de Decaen contra la India británica.

            En 1807 Napoleón parecía estar mejor preparado que nunca para llevar a cabo esta expedición. Fue en este año cuando la situación europea le otorgó a Napoleón cierta tregua cuando vio propició aunar lazos con Rusia, la otra gran potencia continental. El zar de Rusia y el emperador de los franceses se reunieron en Tilsit y firmaron el tratado del mismo nombre. Las buenas relaciones entre ambos países se intensificaron en 1808, y ambos emperadores se reunieron en Erfurt para planificar un ambicioso futuro. Napoleón animó al nuevo zar Alejandro I a poner sus ojos en una posible invasión de India. En 1808 ordenó a su embajador en Moscú, el general Armand de Caulaincourt, que le dijera al zar que “estoy considerando seriamente una expedición a la India y una partición del Imperio Otomano. Para llevar a cabo este proyecto, marcharía un ejército de veinte a veinticinco mil rusos, de ocho a diez mil austriacos y de treinta y cinco a cuarenta mil franceses a Asia y de allí a la India.” Incluso cuando estaba a punto de comenzar la expedición militar de la Grande Armée contra Rusia en 1812, en el camino a Moscú, Napoleón le dijo a su ministro de guerra, el Conde de Narbona: “Me imagino que Moscú será derribada, Rusia derrocada, el zar asesinado por un complot de palacio, un trono nuevo o dependiente, tal vez, y así un gran ejército de franceses y auxiliares saldrá de Tiflis y accederá al Ganges. El toque de una espada francesa será todo lo que se necesita para que la grandeza mercantil inglesa se derrumbe." Napoleón opinó más tarde, cuando se encontraba en el exilio en la isla de Santa Elena que “... sobre sesenta mil hombres y cincuenta mil camellos que llegaran al Eúfrates en cuarenta días y unieran fuerzas con los sikhs y mahrattas para destruir a los británicos en la India, sería una campaña relativamente sencilla.” Los febriles planes de Napoleón atendían más a su ansia de epopeya y grandeza que a la realidad. Especular es fácil pero cabría preguntarse si Napoleón hubiese triunfado en San Juan de Acre en 1799 hubiese proseguido su expedición por Oriente Medio. ¿Hubiera sobrevivido Tippu como soberano independiente o Napoleón lo hubiera convertido en un estado satélite?

             Finalmente los planes franceses para invadir India quedaron archivados como una muestra más de la megalomanía sin límites del emperador de los franceses. La oportunidad más cercana que tuvo Napoleón de dañar los intereses británicos en India fue en su campaña en Egipto a partir de 1798. Diversas circunstancias frustraron los planes franceses a pesar de la insistencia posterior del Emperador. No sólo era cuestión de número de soldados y armas sino también el de sobrevalorar en exceso las capacidades de su propia fuerza.

 

Bibliografía

-”Defending British India against Napoleon. The Foreign Policy of Governor General Lord Minto. 1807-13.“Amita Das. Edited and updated by Aditya Das. 2016.

-”Napoleon and Wellington”. Andrew Roberts. 2010.

-“Historia Criminal del Gobierno inglés.” Mr. Elias Regnault. Madrid (1841). Imprenta de D.José Palacios, calle de Luzón.

-”El Corresponsal”.Madrid, 13 de septiembre de 1841.

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