INSTITUTO DE INDOLOGÍA

DIONISOS Y SHIVA

Mario Coll Rodríguez

 

           

                       

El origen de ambos dioses se pierde en la noche de los tiempos y hay autores —Alain Daniélou o Coomaraswamy entre otros—, que consideran que se trata de la misma divinidad ubicada en diferentes geografías, pero la misma al fin y al cabo.

Sin embargo, empecemos por una breve descripción de ambos dioses para contrastar a continuación costumbres, rituales y culto de ambos.

Shiva, de entrada, es el principio destructor y la tercera persona de la trimurti o trinidad hindú, compuesta por un principio creador llamado Brahma y otro conservador: Vishnu.

Representa la energía masculina—no en vano una de sus representaciones simbólicas es el falo en el llamado shivalinga (una piedra en forma de falo encajada en una estructura denominada yoni y que representa el sexo femenino).

Siendo la emanación del ser supremo en su aspecto destructor también lo es como fecundador (funcionamiento ambivalente).

Se le venera como supremo asceta y maestro de las verdades últimas, como señor del tiempo y de la muerte. Se le representa también por la letra A como resultado de la descomposición de la sílaba sagrada por excelencia OM = AUM y su símbolo es el fuego, el cual lleva en una mano cuando se lo representa bailando la danza cósmica en su aspecto de Shiva Nataraja (señor de la danza).

Aparece en tiempos ya anteriores al vedismo, simbolizando la actividad cósmica en el sentido más amplio, la meditación que crea con la fuerza del pensamiento y la danza que imprime el ritmo vital al universo. Fue absorbido por el vedismo ario, que lo identificó con Rudra, dios de las tormentas.

Ya en el Rig Veda —texto sagrado de los invasores arios de la India allá por el 1000-1500 antes de nuestra era—encontramos que se rogaba al dios Indra que no permitiera acercarse a los adeptos del culto de Shiva, a quienes llama shisna (adoradores del falo), acercarse a sus sacrificios rituales. (Rig Veda, VII, 21, 5).

Sin embargo, estos invasores acabarán dándole un lugar y no pequeño, a esta nueva divinidad que encontraban en su avance, asimilándola con Rudra, su dios de las tormentas.

Su nombre de Shiva significa «benevolente» y está unido a Parvati –uno de los 108 nombres con que se conoce a la consorte del dios que cuenta a su vez con otros tantos nombres, siendo uno de ellos Pashupati que quiere decir señor de los animales; dándole el nombre así ese lugar de protector de la naturaleza y de los animales, hallando una similitud ya con Dionisos, pues a ambos les gusta presentarse con un cortejo de animales temibles y salvajes como panteras, leones, etc. (Una suerte de aspecto de la potnia theron griega).

Parvati representa la energía femenina o shakti y de ella tuvo el dios a Karttikeya, dios de la guerra, y a Ganesha, dios de la inteligencia y de la inspiración así como del comercio, representado siempre con cabeza de elefante.

Vive en el monte Kailash (Himalayas). Sus servidores o ganas, guiados por su hijo elefante Ganesha, ejecutan sus órdenes tanto benéficas como destructoras. En su aspecto destructor tiene un tigre a su lado. Se alimenta de lágrimas y fuego, vomita sangre, está armado de dientes agudísimos, viste un collar de cráneos humanos y las serpientes se le enrollan al cuello. El Shiva fecundador está sentado sobre su cabalgadura, el toro Nandi, sujetando entre sus manos un loto y una serpiente. Se le representa normalmente con una cabeza y cuatro brazos portando en uno de ellos el fuego purificador y en el otro el damaru o tambor que representa el ritmo cósmico.

Tiene a veces un tercer ojo simbolizando su omnisciencia.

En su cabello se halla la luna creciente y su arma favorita es el tridente o trishula.

Como se ha comentado antes, también se le representa con el falo que enfatiza su función fecundadora. De hecho hoy en día muchas mujeres hindúes derraman leche de búfala y esparcen flores sobre el linga o falo representativo suyo.

Los nombres más comunes equivalentes a Shiva son Mahadeva o gran señor, Nataraja o señor de la danza, Mahayogi o gran yogi, Shankara, Shambhu o como ya he dicho Pashupati o señor de los animales y Rudra o señor de las tormentas.

Uno de los Puranas o libros de narraciones mitológicas hindúes —quizás el más importante— está dedicado a él.

Hagamos ahora una breve descripción de su trasunto griego: Dionisos.

Como indica Carlos García Gual: «Este dios mantiene una posición singular en el Olimpo helénico. Se complace en presentarse como un extraño, un extranjero» (García Gual C. Introducción a la mitología griega).

Su culto ya está atestiguado en un santuario de la isla de Ceos desde el siglo XV a. C

Los antiguos griegos trazaban su etimología a partir de un compuesto Diòs-nýsos (de Zeus hijo). Pero el segundo elemento no parece ser de raíz indoeuropea, como tampoco parece serlo su epíteto de Bakchos, el nombre de su madre Sémele, el de su símbolo, el bastón cubierto de yedra y coronado por una piña, el thyrsos y el canto dedicado a él, el dithyrambos.

Estamos pues ante un dios que no es de facturación autóctona sino extrajera: ¿oriental?

De hecho en época helenística es frecuente la representación en que Dionisos y Deméter presiden un cortejo, sentados en un carro del que tiran tigres y panteras, y al que siguen con sus abigarradas ropas y atuendos las ménades y los sátiros, al son de panderetas y timbales. El colorido oriental del dios y su séquito aumenta en esa época: Dionisos llega desde muy lejos, de la India fabulosa. EL cuadro de Tiziano expuesto en la National Gallery de Londres lo representa exquisitamente.

Otro mito relata como el dios se unió a Ariadna, la princesa cretense abandonada por Teseo en Naxos. Allí el dios había celebrado sus bodas con la joven, según una versión local. Ariadna(la muy santa): ari-hagne, era en el culto de Naxos una antigua divinidad agreste que se unía a Dionisos, dios también de la fertilidad agraria, que acudía con su corte de sátiros y bacantes en procesión triunfal. Al lado de Dionisos iba Ariadna en el cortejo festivo.

Para Graves (Los mitos griegos) la clave principal de la historia mística de Dionisos es la difusión del culto de la vid por Europa, Asia y el norte de Europa. El vino no fue inventado por los griegos: parece que en principio fue importado en cántaros desde Creta. Las uvas crecían en estado silvestre en la costa meridional del mar Negro, desde donde su cultivo se extendió al monte Nisa de Libia a través de Palestina, y de ahí a Creta, hasta la India, pasando por Persia y hasta la Bretaña de la Edad de Bronce por la ruta del ámbar. Las orgías del vino de Asia Menor y Palestina —el Festival cananeo de los Tabernáculos fue originariamente una bacanal— se caracterizaba casi por los mismos estados de éxtasis que las orgías de cerveza de Tracia y Frigia.

El triunfo de Dionisos residió en que el vino sustituyó a las demás bebidas alcohólicas.

Hay distintas genealogías dionisiacas: una considera a Sémele, hija del rey de Tebas, Cadmo, como la madre del dios. Sémele era una mortal que tuvo amores con Zeus y que fue fulminada por éste al unirse a ella en forma de rayo.

Zeus salvó al feto y se lo introdujo en un muslo, de donde al cumplirse los meses necesarios de su gestación salió Dionisos. Hay que resaltar que se trata del único dios nacido de mortal.

Mencionado sólo dos veces por Homero, al igual que Shiva es un dios de la vegetación, del ímpetu natural; del impulso hacia la vida desbocada; de los animales; del entusiasmo (enthousiasmós) del éxtasis y del encuentro orgiástico. Desde luego no es un dios protector de la familia ni se le encuentra ubicado confortablemente en la ciudad sino en las lindes de ésta —en las fronteras de lo irracional— valga la expresión.

Es un dios liberador de las fuerzas del inconsciente que o son dirigidas e integradas o devoran al hombre tornándole loco como ejemplifica en Las bacantes Esquilo volviendo loco a Penteo, rey que impide la entrada en la ciudad al Dios y acabará siendo devorado por las ménades y por su propia madre.

Sin embargo, otra genealogía nos cuenta que los Titanes por orden de Hera capturaron a Dionisos, hijo recién nacido de Zeus, un niño con cuernos coronados con serpientes y, a pesar de sus transformaciones —casi proteicas— lo despedazaron en jirones que hirvieron en una caldera, mientras un granado brotaba del suelo en que había sido derramada su sangre. Pero rescatado y reconstruido por su abuela Rea, volvió a la vida de nuevo. Perséfone, a quien Zeus encargó su cuidado le llevó ante el rey Atamante de Orcómenos y ante su esposa Iono, a quien convenció de que le criara en su gineceo disfrazado de niña. Sin embargo una vez más se demostró que era imposible engañar a Hera y ésta castigó a la pareja real con la locura. Castigo éste que será recurrente cuando Dionisos o alguno de sus seguidores sea agraviado o faltado al respeto. Cuando alcanzó la mayoría de edad Hera le reconoció como hijo de Zeus y le volvió loco; es esta locura la que empujará a Dionisos a vagar por el mundo acompañado por su tutor Sileno y un ejército salvaje de sátiros y ménades. Puso rumbo a Egipto llevando con él el vino. Llegará a Faros donde el rey Proteo le acogerá hospitalariamente; derrotará a los titanes con la ayuda de las amazonas y finalmente pondrá sus pasos en dirección a la India. Al llegar al Éufrates encontrará la oposición del rey de Damasco al que desollará vivo. Cruzará dicho río con un puente de de hiedra y vides y tras cruzar el Tigris con un tigre que le envío su padre Zeus pondrá rumbo a la India la cual conquistará, donde enseñó el arte de la vinicultura, creando también sus leyes y fundando grandes ciudades. (Eurípides: Bacantes 13; Teófilo, citado por Plutarco: Sobre los ríos 24; Pausanias: x. 29. 2; Diodoro Sículo; ii. 38; Estrabón: xi 5. 5; Filóstrato: Vida de Apolo de Tiana ii. 8-9. Arriano: Indica 5.)

Al regresar el dios encontrará la oposición de las Amazonas a las que persiguió hasta Éfeso; algunas se refugiaron en el templo de Artemisa, donde siguen viviendo sus descendientes y otras huyeron a Samos.

En las cercanías de Floco «murieron algunos de los elefantes que había llevado consigo desde la India y todavía se pueden ver allí sus huesos» (Pausanias: vii 2. 4-5 y Plutarco: Cuestiones griegas, 56.)

Hay pues testimonios que vinculan claramente a Dionisos con la India lo cual nos vuelve a obligar a abrir preguntas, pues ¿no se hallará detrás de estas alusiones viajeras la simbolización de unos cultos arcaicos que se pierden en la noche de los tiempos como trata de demostrar otra vez Graves en La diosa blanca, cultos que hermanarían amplias zonas del Mediterráneo llegando hasta el norte de la India a través del Oriente Medio y Persia?

En La biblioteca, un resumen de las fábulas de la mitología atribuido a Apolodoro, éste subraya las afinidades de este culto con otros cultos mistéricos y con la sabiduría de los antiguos pueblos. Insiste también en las leyendas que dan cuenta de la «manía» o locura extática y ponen de relieve cómo el dios castiga a quienes se le resisten.

La reaparición del shivaísmo y el dionisismo supone el regreso a un culto arcaico y fundamental que habría permanecido subyacente pese a invasiones y persecuciones. (Danielou, A. Shiva y Dionisos: La religión de la naturaleza y del Eros).

El antiguo dios de Creta, Anatolia, Sumer y la Grecia continental sólo habría resultado extraño a los invasores aqueos y dorios que le hacían provenir de Asia a través de la Tracia.

 

El culto a Dionisos se había aclimatado con tanta facilidad, cuando Dionisos había podido ser fácilmente asimilado a divinidades indígenas y los ritos del dios griego ofrecían numerosos puntos de contacto con las prácticas de la antigua religión tracia, incluido aparentemente lo orgiástico femenino». (H. Jeanmaire, Dionisos, págs. 77 y 431).

 

El mismo proceso de asimilación se habría producido en la India. El shivaísmo se habría ido integrando en el brahmanismo védico, transformándolo profundamente, según Sarvapalli Radhakrishnan, autor de History of Indian Philosophy:

La religión védica absorbió, incorporó y preservó los ritos de otros cultos. En vez de destruirlos o despreciarlos los adaptó a sus propias necesidades. Tantas cosas tomó de las instituciones de los drávidas —autóctonos pobladores anteriores a los arios— y de los demás pueblos de la India que es difícil separar los elementos arios originales de los otros (pág. 54 de la mencionada Historia).

El carácter de Shiva como protector y encantador de animales se ha visto a menudo transferido a otras divinidades como Gopala-Krishna, Pan (que cuenta con su alter ego o trasunto en Pusan, un dios de los rebaños védico, según Georges Dumézil (Los dioses soberanos de los indoeuropeos), en Orfeo e incluso en Jesús, el buen pastor, podríamos ver esta conexión de la divinidad con la naturaleza y sus residentes los animales.

Todas las divinidades son llamadas Pashupatas —hermanos de las bestias— pues forman parte del rebaño de Pashupati —Señor de los animales— (en excavaciones en Mohenjo-Daro, zona limítrofe entre Pakistán e India fueron encontradas en excavaciones estatuillas que fueron denominadas protoshivas por la semejanza con dicho dios estando coronadas con cuernos. Las estatuillas eran muy anteriores a las invasiones arias entre el 1500 y el 1000 antes de Cristo y una vez más encontramos los atributos que también aparecen en Dionisos: los cuernos, el poder sobre los animales y la naturaleza.

Dionisos también es representado desnudo con largos cabellos, cuando no va vestido con el hábito monástico de color azafrán: la krokotys que va debajo de la nébride o piel de corzo. En la India actual los renunciantes o penitentes seguidores de Shiva llamados sadhus o sannyasines también deben llevar una túnica color azafrán como símbolo del fuego purificador.

Otro aspecto no menos importante es el uso de sustancias por los seguidores de los cultos dionisiacos y shivaítas. Todas las religiones en que el misticismo y los contactos con lo sobrenatural juegan un papel importante atribuyen un carácter sagrado a alguna bebida embriagadora u otro intoxicante.

La tradición de las bebidas sagradas y de las libaciones rituales está comprobada en todas las antiguas civilizaciones. Todavía hoy en día el vino desempeña un papel en el ritual cristiano. Dionisos tenía el poder de tornar el agua en vino; este poder milagroso según Platón, pasaba por ser práctica corriente en los ejercicios rituales que llevaba a las ménades a estados de trance.

La embriaguez del vino y de las bebidas alucinógenas forma parte de las técnicas del éxtasis. Ayudan al hombre iniciado —no a cualquiera— a desprenderse de las preocupaciones materiales y sobre todo a desprenderse del ego permitiendo el acceso a realidades diferentes. Si el vino ha estado asociado a Dionisos el llamado bhang (una mezcla de leche batida y cannabis) lo ha estado a Shiva y sus sadhus azafranados aún lo consumen en rituales sagrados. No obstante el vino según textos tántricos también está vinculado a Shiva: «Bebiendo y volviendo a beber, cayendo en tierra y levantándose para seguir bebiendo, así se llega a la liberación». (Kularnava Tantra, VII, 99).

Según el Tantra Raja «Quienes han conocido la liberación suprema y quienes se han convertido en adeptos o se esfuerzan por lograrla toman siempre vino».

Megástenes, que viajó al norte de la India hacia el siglo V a. C., señala la importancia de los viñedos indios. Apolodoro nombra a Dionisos como descubridor del vino, asociado su culto a la viña recibe el nombre de Backhos bajo ese aspecto.

Evidentemente para caer en la manía y el enthousiasmós que desembocaba en la orgía y que podía llevar a la omophagía (devorar carne cruda) y a ser bromios o bramador en las oreibasías escondidas de los montes tenía que consumirse algún tipo de sustancia tóxica.

Deméter como diosa de la fecundidad, abundancia que trae consigo una buena cosecha de trigo también ha sido representada junto a Dionisos así como Shiva en la India es representado junto a Parvati que representa a su vez la riqueza y la protección maternal pero que puede también representar el aspecto terrible en la forma de Kali.

Otro aspecto interesante a conectar en ambas divinidades es el festivo-danzante y teatral.

Shiva, como manifestación rítmica primordial es el señor de la danza (nata raja) y el universo cósmico es su teatro. Es el bailarín itifálico principio de toda vida. El Creador danza el mundo y por analogía mediante la danza y el espectáculo podemos unirnos a lo divino. La embriaguez erótica y la danza extática son los medios más directos para acceder para establecer contacto con lo sobrenatural.

Por otra parte tenemos que todas las formas de danza y de espectáculo teatral se hallan bajo la égida de Dionisos, que es invocado al comienzo de cada espectáculo.

También Shiva es invocado al principio de cualquier danza o de cualquier espectáculo.

El mayor título de gloria para Dionisos es el de haber dado origen al ditirambo y a los concursos dramáticos. Según La biblioteca de Apolodoro, tras su expedición por la India Dionisos organizó audiciones musicales. Según Eurípides inventó la flauta y el tamboril. El tambor de Shiva con forma de reloj de arena a veces está compuesto de dos calaveras para simbolizar que muerte y vida se unen y se dan origen mutuamente.

Finalmente en este breve recorrido comparativo tenemos que en el Rig Veda, los compañeros de Rudra-Shiva son los maruts, dioses de las tormentas: «Son furiosos como bestias salvajes, pero juegan inocentemente como niños y terneros».

Georges Dumézil los cita en su libro Los dioses soberanos de los indoeuropeos en su capítulo de «Los dioses de las tres funciones»; sin embargo se centra sobre todo en Mitra, Indra y Varuna, y no habla de Shiva aunque lo rescata bajo el nombre de Rudra como una suerte de protoshiva asociado a las tormentas y el furor del cielo.

También Dionisos es seguido por una corte de sátiros y ménades que pueden ser terribles o divertidos. A veces conocidos como ganas en el caso de Shiva o korybantes en el caso de Dionisos siempre hay una corte danzante y fiel que sigue a ambos dioses

Así pues, si hiciéramos un breve cuadro comparativo de rasgos o aspectos comunes entre ambos dioses tendríamos que :

                         

Dionisos está asociado al vino embriagador.

Shiva al bhang, cannabis, también vino

Dionisos se rodea de un séquito de sátiros y ménades.

A Shiva le siguen maruts y ganas. Una mezcla de duendes traviesos y ruidosos.

Su culto se centra en marzo-abril con la llegada de la primavera. A veces asociado a la fertilidad de Deméter.

El Holi da la bienvenida entre colores al fin del monzón o época de lluvias y se canta a la fertilidad de la tierra. Asociado a la abundancia de Parvati.

Dionisos es representado guiando un cortejo de animales (panteras, leones)

Shiva es conocido también como Pashupati o Señor de los animales

A Dionisos se le representa con una túnica color azafrán: la krokotys o desnudo.

También es precedido por el falo en las procesiones.

A Shiva también se le representa de ambas formas. Sus seguidores aún visten el paño color naranja.

El linga (representación fálica) se halla a la entrada de todo templo dedicado a Shiva.

Dionisos es invocado antes de cualquier espectáculo de danza o teatro

Shiva lo es también ante cualquier espectáculo

Es un dios asociado a lo irracional y las fuerzas del Inconsciente que se hallan vinculadas a la Naturaleza, sus bosques oscuros y las orgías nocturnas. Pero también dios de la fiesta y la alegría.

Shiva también está conectado con las fuerzas descontroladas y con los lugares de cremación, nocturnos y oscuros.

Un dios que hace meditar en la muerte, pero también en la alegría de la vida.

 

¿Estamos pues hablando del mismo Dios pero en localizaciones geográficas diferentes?

           

BIBLIOGRAFÍA

 

Daniélou, A.: Shiva y Dionisos, Kairós, Barcelona, 2006.

Dowson, J.: A Classical Dictionary of Hindu Mythology and Religion, Rupa & Co. Nueva Delhi.

Dumézil, G.: Los dioses soberanos de los indoeuropeos, Herder, Barcelona. 1999.

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García Gual, C.: Introducción a la mitología griega, Alianza, Madrid, 2005.

Gallud Jardiel, E.: Diccionario de hinduismo, Alderabán, Madrid, 1999.

Wilkins, W.J.: Mitología hindú, Visión Libros, Barcelona, 1980.

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