INSTITUTO DE INDOLOGÍA

LA ESCUELA VÉDICA: PRESERVANDO LA TRADICIÓN DEL GURUKUL

Kumud Mohan

 

Vedic School | Aim For Seva

 

Son las 8.00 am. El shantipaath (invocación para la paz) en la Yagya Shala acaba de terminar. Muchachos de cabeza rapada en dhotis y kurtas inmaculadamente blancos avanzan silenciosos en fila hacia el bloque de la escuela. Por una sencilla escalera de cemento se llega a un corredor de salones de clase. El vacío de estos salones sorprende. No hay carteleras ni escritorios, ni siquiera sillas. Sólo cuatro muros desnudos y un par de ventanas enrejadas. A un lado hay un tablero y una plataforma o choivki. Los estudiantes dejan sus pantuflas afuera y, tendiendo sus tapetes individuales en el piso, se instalan en la postura padmasana o de loto, conocida como ideal para el equilibrio mente-cuerpo y conducente a la concentración y la absorción.

Entra el maestro, igual de cabeza rapada y vistiendo el mismo uniforme de dhoti-kurta. Los jóvenes se levantan y uno por uno le tocan los pies respetuosamente. El maestro levanta su mano derecha y hace la seña del ashirvad o bendición, antes de sentarse frente a ellos en padmasana sobre el chowki. Comienza la lección de Literatura sánscrita. El texto, seleccionado de las interesantes historias de animales del Panchtantra, se basa hoy en la sabiduría.

Shrímad Dayanand Vedarsh Mahavidyalaya, en el sur de Delhi (afiliada al Dayanand Sarasivati Visbwa Vidyalaya, de la Universidad de Rohtak) es una de las trescientas escuelas en India que se esfuerzan por salvar la centenaria tradición de enseñanza gurukul. Establecida hace cerca de 70 años por Swami Sacchinanda Yogi, esta es la institución que alguna vez produjera una fuerza estudiantil altamente motivada que participara en los movimientos de no cooperación iniciados por el Mahatma Gandhi en 1942 y 1946. Tras la Independencia de India en 1947, sin embargo, la falta de patrocinio suficiente y la escasez de fondos ocasionaron su decadencia paulatina y su clausura en 1961.

No obstante, sólo después de 18 años, el Acharya Haridev de Jhajjar, Haryana, se las arregló para conseguir que la escuela funcionara de nuevo a partir de 1979. Hoy, establecida en un campo de 6.000 yardas cuadradas, la Shrimad Dayanand Vedarsh Mahavidyalaya imparte educación interna a cerca de 250 brahmacharis (célibes) de acuerdo con las tradiciones védicas del gurukul, sin ánimo de lucro, según lo instituyó Swami Dayanand Saraswati. Los muchachos que hayan culminado el quinto año en la escuela corriente y cumplan un criterio requerido relacionado con conocimientos generales, capacidad de asimilación y habilidades matemáticas (casi la mitad son rechazados), son admitidos aquí sin importar la casta, comunidad o religión.

Provienen de todas partes del país: Assam, Bengala, Maharashtra, Orissa, UP, Bihar, Karnataka... Más del sesenta por ciento de ellos pertenecen a los segmentos más pobres de la sociedad (con mucha frecuencia son tribales), dado que sus padres sienten que el niño tiene un mejor futuro en el Mahavidyalaya. En todo caso, el pago de sólo 400 rupias al mes por la responsabilidad completa de la crianza del niño, incluyendo su alimentación, libros, ropa, educación y salud, es menos de lo que gastarían en la casa. A veces padres de linaje culto, lamentando la ausencia de las tradiciones indias en el modelo Macaulay prevaleciente en todo el país, prefieren enviar sus pupilos a un gurukul. Por ejemplo, Amit Kumar, de una familia de Zamindars (propietarios de fincas) acomodada de Meerut, Uttar Pradesh, vino aquí porque sus padres prefirieron la educación del gurukul y quisieron que él fuera bien versado en sánscrito.

La admisión a la Vedarsh Mahavidyalaya se formaliza con la ceremonia del hilo sagrado para marcar el inicio de la educación védica. Esta ceremonia es un factor igual para todos, sin importar sus trasfondos. La primera lección es simplicidad, depender de uno mismo y autocontrol en la vida de comunidad. Los 250 residentes comparten diez baños. El ashram cría sus propias vacas. La alimentación es satvika o pura, consiste en leche, dalia (trigo integral semimolido), chapatis, legumbres, vegetales y arroz con especias saludables como jengibre y clavos en lugar de cebolla y ajo que son tamsik (se cree que estimulan los deseos carnales). Fruta y yogur se incluyen una o dos veces por semana. Delicias fritas entran en el menú dos o tres veces al mes (cuando se reciben de donantes).

Maestros y estudiantes comparten los mismos alimentos, lavan su propia ropa, duermen en el piso y siguen el mismo horario exigente que se extiende desde las 4 de la mañana a las 11 de la noche, seis días a la semana. El séptimo día, el domingo, la única concesión que se hace es que se reemplaza la educación formal por juegos tradicionales de culturismo como kabaddi (un juego en equipos que involucra estar alerta física y mentalmente), lucha libre y lucha de la cuerda.

A la larga el régimen estricto aparentemente se filtra en la psiquis de los muchachos. El reglamento de la Vidyalaya establece claramente que el contacto innecesario con personas ajenas al establecimiento interfiere con el desarrollo y crecimiento de los estudiantes y, por lo tanto, no está permitido. Una vez se inicia la sesión, no se permiten vacaciones — excepto las anuales de un mes en el verano. A veces los niños pueden hablar por teléfono en su tiempo libre, dependiendo de la necesidad individual. De otra forma, no tienen libertad para comunicarse con el mundo exterior ni siquiera por carta, excepto con el permiso de las autoridades.

Pero no toda la simplicidad espartana se acepta con alegría. La rapada de la cabeza con regularidad o mundane, por ejemplo, es un ritual contra el que se rebelan casi todos los estudiantes en sus adentros (porque los diferencia de los jóvenes de afuera), pero no se atreven a protestar externamente. Después de todo, reglas son reglas y ellos sabían en qué se metían.

«No fomentamos ni permitimos los castigos físicos de ningún tipo en la Vidyalaya» explica Pradhanacbarya Haridev, el rector. «Creemos en ahimsa o no-violencia. El castigo físico en cualquier caso crearía resentimiento y reforzaría la falta, en vez de reformar al niño. Normalmente, le señalamos al niño las consecuencias de sus actos y lo animamos a practicar la introspección. Una vez está convencido de su error, él mismo decide su propio castigo.»

En realidad, algunos estudiantes que vienen a la Mahavidyalaya con el propósito único de asegurar un grado para ganarse la vida, encuentran dificultades. Un año de educación de gurukul es bastante para separar el grano de la paja. Los delicados y no interesados se retiran a los pocos meses de iniciar. Los tenaces avanzan con esfuerzo hasta el final. Y los de mérito pasan a la prestigiosa extensión Arsh Jyotirmatb Gurukul, situada en las selvas de las laderas del Himalaya, cerca de Dehradun. Aunque empezó hace apenas cuatro años, este instituto ha producido ya algunos campeones a nivel nacional. Cuatro de sus estudiantes, comenzando por Deepak Kumar de 15 años, entrenado por Narain Singh Rana, padre del tirador mundialmente conocido Jaspal Rana, estarán participando en el torneo nacional de tiro este año.

La Mahavidyalaya también producido campeones a niveles nacional e internacional de Yoga. En lo académico, también sus estudiantes superan considerablemente a los de otras universidades. Durante los últimos 15 años, nueve de sus estudiantes han ganado medallas de oro en los exámenes de la Universidad de Delhi luego de terminar sus estudios aquí.

«Nuestros estudiantes ingresan a universidades corrientes después para mejorar sus posibilidades de empleo,» aclara el Dr. Surya Narain Nanda, quien obtuvo su doctorado en la Universidad de Delhi. Nanda lee las noticias de la televisión en sánscrito y hace cuatro años que enseña aquí. «En realidad, el curso aquí es mucho más difícil que en otras universidades.»

De los casi 20 shastris y acharyas que se gradúan en la Vedarsh Mahavidyalaya cada año, muchos enseñan en las universidades o se han convertido en escritores e investigadores. Algunos se han perfeccionado en el arte de mantroccharana o tradición oral de recitación de los Vedas. Otros son purohits, quienes conducen ceremonias religiosas en nacimientos y matrimonios. Y otros emprenden la vida de misioneros, estableciendo escuelas védicas en India y en el exterior.

 

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