INSTITUTO DE INDOLOGÍA

AMMA: MÍSTICA Y SERVICIO

Javier Ruiz Calderón (Shankara)

 

El 27 de septiembre de 1953 nació en una sencilla aldea de la costa de Kérala, en el sur de la India, una niña a la que sus padres pusieron el nombre de Sudhámani. Desde pequeña se distinguió por su gran devoción a Dios y su enorme compasión: se pasaba el día, y a menudo la noche, cantando himnos devocionales, meditando, experimentando éxtasis (samadhi) y trabajando incansablemente al servicio de su familia y sus vecinos. Para ella, la espiritualidad y el servicio a los demás no eran dos cosas distintas: ¿cómo expresar mejor el amor a Dios que sirviéndole en sus criaturas? Su familia, poco culta, no comprendía su actitud. Creían que estaba loca, la trataban duramente y acabaron echándola de casa. Pero Sudhámani prosiguió su práctica espiritual, adorando a Dios primero como Krishna y después como la Madre Divina, hasta que llegó a la unión mística: la experiencia de la unidad con la Divinidad y de la presencia de Esta en todos los seres y todas las cosas. Había llegado a la liberación, el estado supremo, la meta de todos los yogas o caminos espirituales.

            Sus éxtasis la habían hecho muy popular entre los aldeanos, que acudían a ella pensando que estaba poseída por Dios y que, en consecuencia, podía ayudarles a resolver sus problemas cotidianos. Pero al cabo de un tiempo empezaron a llegar verdaderos buscadores espirituales que, comprendiendo su elevado nivel espiritual, la adoptaron como su maestra para, siguiendo sus instrucciones, alcanzar el estado de plenitud interior al que aspiraban. Estos discípulos le pusieron el nombre de «Mata Amritanandamayí», «la Madre de la Felicidad Eterna»; pero todo el mundo la conoce como Amma, «la Madre». Así, nació un áshram (centro espiritual), que al principio era una simple cabaña y ahora comprende un conjunto de grandes edificios, templos, etc. con capacidad para miles de residentes y visitantes. Después, fueron surgiendo otros templos y ashrams de Amma en la India y, a partir de 1987, en otras partes del mundo. Actualmente es una de las maestras espirituales más conocidas y prestigiosas.

            Cuando Amma experimentó la unidad de todas las cosas en Dios, empezó a sentir «una gran compasión» por todos los seres. Al ser consciente de que no estaba separada de los demás, sentía por ellos un amor espontáneo que le hacía desear su bien y, en consecuencia, intentar ayudarlos a superar sus problemas y dificultades, a ser felices. Y a eso ha dedicado su vida entera desde entonces. La frase que resume toda su misión es el mantra: Lokah samastah sukhinó bhavantu, «que todos los seres sean felices». Y ella sabe por experiencia que la felicidad completa solo se alcanza cuando el individuo descubre que no es un mero cuerpo-mente limitado e imperfecto sino que, en el fondo, es el Ser Infinito que se manifiesta como todo este universo. Por eso, lo que Amma quiere más que nada es que lleguemos a conocer nuestra naturaleza divina. Para ello, dirige amorosa pero estrictamente la práctica espiritual de los que se le acercan con esa intención, sean monjes que han renunciado a todo para dedicarse a la espiritualidad y el servicio a la humanidad o laicos que, sin abandonar sus obligaciones familiares y laborales, quieren avanzar en el camino de la sabiduría y el amor.

            Entre las diversas prácticas que aconseja y enseña Amma se encuentran: el servicio desinteresado (seva), que es la práctica fundamental, ya que purifica la mente y la capacita para realizar mejor las otras prácticas; el cultivo de cualidades positivas, como el desapego, la atención, el autocontrol, la diligencia... y, por supuesto, el amor y la compasión; los cantos devocionales (bhajans); el estudio de las escrituras y la escucha de enseñanzas espirituales; la repetición de mantras (japa); la meditación, en particular la meditación IAM (Meditación Integrada Ámrita); etc.

            Pero la mayor parte de los que se acercan a Amma no son buscadores espirituales sino personas que, aunque no aspiren a transformar su vida radicalmente, creen que el contacto con ella puede aportarles algo de paz o consuelo, y que su consejo o intervención puede contribuir a solucionar sus problemas. En la India se llama darshan (visión) al hecho de ir a ver una imagen divina o a un santo para recibir de ese modo su bendición. Normalmente el devoto se postra reverentemente y hace una ofrenda, y el contacto físico es muy escaso. Amma rompió con este formalismo y empezó a abrazar cariñosamente a todos y cada uno de los que se le acercaban: hombres (lo que está muy mal visto en la India) y mujeres de todas las edades, religiones, extracciones sociales, etc., desde presidentes de gobierno a mendigos o borrachos, desde estrellas de cine o del deporte hasta leprosos con llagas purulentas abiertas.

            Sin embargo, Amma sabía que no bastaba con enseñar la espiritualidad más elevada o consolar a los que sufren. Desde pequeña había estado en contacto con la pobreza, la injusticia, los desastres naturales, etc. Sabía que al hambriento, al ignorante, al explotado, al enfermo... no le basta con abrazos o consejos sino que, además, necesita comida, educación, asesoramiento legal, tratamiento médico... Por eso, en cuanto pudo, empezó a realizar obras benéficas financiadas con los donativos de sus devotos y admiradores y llevadas a cabo por voluntarios inspirados por su ejemplo de entrega total a los demás. Entre estas obras humanitarias se encuentran: distribución gratuita de comida, ropa, etc.; pensiones para viudas; creación de hospitales, escuelas, orfanatos, viviendas, residencias de ancianos, universidades...; promoción de la mujer; defensa del medio ambiente; ayuda en situaciones catastróficas (terremotos, huracanes, el tsunami, etc.), etc.

            Todas estas actividades humanitarias, junto a su incansable esfuerzo por la propagación de los ideales de la paz y la tolerancia, han hecho que su labor sea reconocida internacionalmente por la ONU y otras prestigiosas instituciones que le han concedido diversos premios, le piden que participe en sus reuniones, etc. Como se ve, pues, Amma no es sólo «la santa que abraza», como se la suele conocer, sino una gran mística y maestra espiritual y una importante líder humanitaria.

            Hace ya más de veinte años que Amma viene a España. Últimamente está viniendo en noviembre a Granollers, donde realiza un programa de tres días que incluye: el darshan (encuentro personal con cada asistente), cantos espirituales, recitación de mantras, meditación, charlas, pujas (ceremonias de adoración), imposición de nombre espiritual, iniciación al mantra, bodas, bautizos y venta de productos cuyos beneficios van a las obras humanitarias. En muchos lugares de España hay grupos de discípulos de Amma que se reúnen periódicamente para meditar, cantar, leer algún texto de Amma, recitar mantras, etc. Cada cierto tiempo se realizan cursos de fin de semana en los que se enseña la meditación IAM. A veces nos visitan discípulos importantes suyos (en los últimos años el Swami Shubhamritananda, su intérprete personal) para dar charlas y dirigir retiros. La misión de Amma está, pues, en marcha entre nosotros; lo que quiere decir que las personas que quieran recorrer el camino hacia la Plenitud y/o quieran trabajar por el bien común tienen la oportunidad de hacerlo junto con esta gran maestra, de la que se ha llegado a decir que es «el amor de Dios en forma humana».

 

 

(Para más información sobre las actividades de Amma y sus discípulos y devotos en España, publicaciones en castellano, CDs de cantos devocionales, etc., se puede consultar www.amma-spain.org)

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